Siempre lo mismo
01/10/2010 - 09:45
Por:
Cartas al director
DANIEL LÓPEZ CALVO / Guadalajara
Soy músico, soy natural de Guadalajara y presumo de ambas cosas, pero Guadalajara no es una ciudad que destaque por su actividad cultural. Junto a mis compañeros, también de aquí, hemos recorrido y conocido numerosas fiestas y, aunque mejorables, siempre hablábamos de las fiestas de Guadalajara como una de las cosas que merecía la pena disfrutar. Ya no estoy tan seguro.
En primer lugar, me gustaría que no se consumase el error de sacar lo referente a la Semana Grande del centro de la ciudad, de la misma manera que no imagino la procesión de Viernes Santo en el Polígono de Cabanillas o alrededor del Ferial Plaza. Las fiestas de una ciudad dicen mucho de sus ciudadanos y, hasta ahora, por lo menos, los guadalajareños podíamos demostrar a lo largo de una semana que somos divertidos y hospitalarios. El resto del año, los pocos visitantes que recibíamos apenas lo intuían al pasear por un centro vacío, sin comercio atrayente y con escasas posibilidades para tomarte un café o una cerveza. Admitamos, definitivamente, que nuestra ciudad, salvo en la Semana de Ferias y Fiestas y, probablemente, durante el Maratón de Cuentos, es una ciudad fantasma. Las fiestas las hacemos nosotros, los ciudadanos. Nosotros somos los dueños de las fiestas y la gran mayoría actuamos con responsabilidad. A quién no le gusten las fiestas ya sabe lo que ha de hacer y a los políticos municipales, sean del color que sean, ¡por favor!, les ruego que no piensen, que nos dejen en paz, que no organicen nada. Para organizar unas fiestas hay que tener imaginación, ciertos conocimientos y referentes culturales y un respeto por lo que, por costumbre, el pueblo ha ido haciendo suyo.
Determinadas decisiones con respecto a la actual organización demuestran una inmadurez, una ignorancia e, incluso, cierto desprecio a un segmento de edad, el amplio abanico que actualmente cubre la juventud, que descalifica a todos los políticos encargados de tal tarea.
Por alguna razón, que no alcanzo a entender, sigue existiendo, un rechazo a la organización de actividades culturales y de ocio durante el día, como si esos actos no tuvieran prestigio y todo lo sustituyen por lo facilón: programar cuatro o cinco conciertos, agrupar a los elementos molestos en un solo lugar lejano (nuestro maravilloso nuevo ferial) y dejar que la noche actúe. La fiesta se puede organizar de muchas maneras, lo difícil es hacerlo bien. Para eso hay que asesorarse y conocer otros sitios, preguntar cómo resolver determinadas situaciones y tener un mínimo de preocupación y menos intereses, del tipo que sean. Por lo menos yo, estoy ávido de originalidad, de ver algo organizado con cierto interés, porque lo ordinario lo tengo a diario. Por último, y es un tema de calado más personal: ¿qué hemos hecho las charangas para que se nos vaya relegando a un plano tan secundario?. Durante muchísimo tiempo nos hemos encargado de poner alma a la fiesta y un pequeño toque musical en los mediodías de La Concordia o el Paseo San Roque. Realmente, si soy sincero, nadie nos obligaba, ni los propios peñistas, que preferían quedarse durmiendo. Nosotros, erre que erre, a tocar, a montar unos vermús bastante buenos, ignorados por la organización, y pueden dar fe de ello muchas personas. Tximeletak, Akelarre, Los Magníficos, La Complutense, Txorongo, Los Bes, Ostádar, Artistas del Gremio y muchísimos más, entre ellos, por supuesto, Klandestinos no han parado de alegrar la ciudad a base de música. Ustedes mismos, pero muchos ciudadanos tenemos serias sospechas sobre su capacidad para tratar con el mundo del ocio, el entretenimiento y la cultura.
Determinadas decisiones con respecto a la actual organización demuestran una inmadurez, una ignorancia e, incluso, cierto desprecio a un segmento de edad, el amplio abanico que actualmente cubre la juventud, que descalifica a todos los políticos encargados de tal tarea.
Por alguna razón, que no alcanzo a entender, sigue existiendo, un rechazo a la organización de actividades culturales y de ocio durante el día, como si esos actos no tuvieran prestigio y todo lo sustituyen por lo facilón: programar cuatro o cinco conciertos, agrupar a los elementos molestos en un solo lugar lejano (nuestro maravilloso nuevo ferial) y dejar que la noche actúe. La fiesta se puede organizar de muchas maneras, lo difícil es hacerlo bien. Para eso hay que asesorarse y conocer otros sitios, preguntar cómo resolver determinadas situaciones y tener un mínimo de preocupación y menos intereses, del tipo que sean. Por lo menos yo, estoy ávido de originalidad, de ver algo organizado con cierto interés, porque lo ordinario lo tengo a diario. Por último, y es un tema de calado más personal: ¿qué hemos hecho las charangas para que se nos vaya relegando a un plano tan secundario?. Durante muchísimo tiempo nos hemos encargado de poner alma a la fiesta y un pequeño toque musical en los mediodías de La Concordia o el Paseo San Roque. Realmente, si soy sincero, nadie nos obligaba, ni los propios peñistas, que preferían quedarse durmiendo. Nosotros, erre que erre, a tocar, a montar unos vermús bastante buenos, ignorados por la organización, y pueden dar fe de ello muchas personas. Tximeletak, Akelarre, Los Magníficos, La Complutense, Txorongo, Los Bes, Ostádar, Artistas del Gremio y muchísimos más, entre ellos, por supuesto, Klandestinos no han parado de alegrar la ciudad a base de música. Ustedes mismos, pero muchos ciudadanos tenemos serias sospechas sobre su capacidad para tratar con el mundo del ocio, el entretenimiento y la cultura.