Sigue la tradición en Majaelrayo

05/09/2011 - 00:00 Redacción


Los meses de agosto y septiembre se convierten en los más prolíficos en el calendario festivo de la provincia. Fiestas para todos los gustos que se reparten por toda la geografía provincial y que vienen a poner de manifiesto el amplio abanico de costumbres y tradiciones del que Guadalajara puede hacer gala. Muchas de ellas cuentan con reconocimientos provinciales y otros son, incluso Fiestas de Interés Turístico Regional. El sábado, la Fiesta ganchera y ayer la del Santo Niño de Majaelrayo son dos de los ejemplos alcarreños que se encuentran entre las 28 citas reconocidas en toda Castilla-La Mancha por su valor. Las fiestas de Majaelrayo en honor al Santo Niño son unas de las más afamadas de la sierra. Aunque cuenta con un variado programa de actos que conjuga desde un festival de Rock hasta actos religiosos, pasando por propuestas infantiles y actuaciones tradicionales, son estas últimas las que destacan con la intervención de los danzantes, una costumbre ancestral de la que cientos de personas pudieron disfrutar ayer. Los protagonistas de la fiesta son ocho danzantes, aunque antiguamente eran 12, que bailan, con unos característicos trajes, delante de la imagen del Santo Niño, piezas de paloteo, de las clásicas cintas, y otras de un nutrido y tradicional repertorio serrano como la Danza de Espadas, donde las espadas se entrecruzan con una especie de escudito o cobertera, o la Danza de las Fajas que, al igual que con las cintas, tratan de tejer y entrelazar. Hasta el siglo XVIII esta fiesta se celebraba el tercer domingo de enero, festividad del Santo Niño, pero a mediados de dicho siglo se comenzó a celebrar el primer domingo de septiembre. El motivo, la dedicación de los vecinos a la trashumancia lo que suponía que marchaban con sus rebaños a pasar el invierno a tierras extremeñas, quedando el pueblo sin hombres que pudieran protagonizar la fiesta. Ahora, convertida en un atractivo turístico, esta festividad atrae hasta la localidad a muchos viajeros que disfrutan de esta tradición conservada a lo largo de los siglos.