Sobre el concepto de libertad

13/02/2014 - 23:00 Jesús Fernández

El concepto de libertad ha pasado, a lo largo de la historia, por diferentes etapas que no se han extinguido sino enriquecido progresivamente. Primero fue la libertad en sentido físico como capacidad de movimiento, de traslación, de ocupación. Aspecto territorial que juega un gran papel en la configuración de la historia del mundo y de los pueblos. De la dimensión cósmica se pasó a la dimensión antropológica. El hombre libre en su esencia y en su existencia. Libre o esclavo eran dos estratos sociales. El mayor castigo del hombre, en nuestros códigos penales, es la privación de libertad en sus desplazamientos, pues el mayor tesoro que posee la persona es su libertad. Así tenemos al hombre aislado, cautivo, limitado, inmovilizado. Más tarde, la libertad fue elevada a derecho humano dando lugar a una nueva civilización. El progreso y el bienestar actual han traído consigo una mayor libertad de movimientos en las personas, en los ciudadanos siendo consagrada como una de las tres libertades características de la Unión Europea en nuestro tiempo. Pero hay nuevas aplicaciones de la libertad. Nos referimos a la era tecnológica y digital. La movilidad real se supera y se convierte hoy en comunicación formal. La distancia deja de ser un límite o una frontera. Ya no hace falta desplazarse para comunicarse. Ha cambiado el concepto de espacio y esto afecta a la libertad.
La ocupación y la resistencia se entienden no en categorías espaciales sino morales. Sin abandonar lo que llamamos espacio, hay que advertir que el control de las personas no se realiza mediante el control del espacio material sino del espacio, de los cauces o redes comunicativas. Lo que se entiende por espiar. Hay muchas formas de interferencia y violación. No hay vacío para la ocupación sino tejidos para la información. La libertad, la inviolabilidad de las personas va hoy por otros derroteros. Así como no existen distancias o lejanía, así como todo es un presente tecnológico, también existe una libertad muy condicional o condicionada. Ya no hay espacios libres, ya no hay hombres libres. Todo está visualizado, interceptado si no condicionado e inducido y la opacidad no es ningún supuesto o garantía de privacidad. La comunicación abierta de palabras, de datos, de ideas y de sentimientos ha desaparecido de nuestras vidas. Existe la llamada trampa electrónica. La misma técnica que crea y amplía la conocida libertad de expresión, se convierte en herramienta o arma contra sí misma para realizar el control de esa misma manifestación. Si el nuevo nombre de la libertad hoy se llama privacidad, soledad o protección de la interioridad, existen, igualmente, nuevos enemigos de la libertad como es intrometerse en el espacio privado de esa misma libertad. La invasión y el atropello de las libertades individuales y colectivas vienen hoy de otras actitudes totalitarias que utilizan los avances buenos y positivos de la ciencia para conocer y distorsionar lo que hacen y deciden los hombres en el interior de sus conciencias"