Sobre el servicio de Endocrinología

11/05/2012 - 16:41 Redacción

Escribo estas líneas desde la indignación y la irritación más absoluta. Tenía el pasado jueves cita a las 11 horas con el doctor que yo había elegido. Después de esperar más de una hora y media en la sala, anuncian por un servicio defectuoso de audifonía, lo que escucho y entiendo que es mi nombre. Entro en la consulta y me recibe amablemente, deduzco, un médico residente sudamericano. (Absténganse los demagogos, no tengo nada ni contra los médicos residentes, ni contra los sudamericanos). Entro en la consulta, le doy el informe, me pregunta si tengo una calculadora, le digo que si, hacemos una cuenta en mi calculadora. Me pesa, y me da una dirección de Internet donde me dice que dan unos consejos para adelgazar y me dice que le diga a la enfermera que me dé una fotocopia de una dieta. Hasta luego y buenos días…
El doctor, con el que tenía cita, hora y fecha, ni se dignó en atenderme. Después de una hora y media de espera, me despacha (una persona con una bata blanca, que no es mi médico) en 6 minutos de reloj con una fotocopia de una dieta que me facilita la enfermera y una dirección de Internet.
Evidentemente, he formulado la queja a la atención del paciente, con copia al Colegio de Médicos, a la Dirección del Hospital, a la Coordinadora de Sanidad de la Junta, y a mi abogado, para que evalúe si en el código penal viene tipificado como delito la desfachatez profesional del tal doctor, y si no, por la vía civil, cabe la presentación de la demanda judicial pertinente al verme allanados, desatendidos y vulnerados mis derechos de paciente, contribuyente y ciudadano.
¿Hubiera prestado la falta total de atención y profesionalidad el tal doctor si se hubiese tratado de su padre?
Un poco más de profesionalidad médica, diligencia debida y vergüenza torera hubiera sido deseable en el doctor, si es que existe tal médico.