Sobre el valor de los profesionales sanitarios

16/03/2012 - 00:00 Julio A.Arjona


   Estoy recuperándome de una leve intervención quirúrgica en una de mis rodillas. Se trataba, y se trata, de una cosa leve, muy leve, un menisco. En estos días de reposo, en los que puedo seguir más de cerca las noticias que abordan el tema de moda, la “crisis”, estoy llegando a una conclusión: en sanidad es una pena que se haya de recortar, pero por mucho recorte material, nunca se podrá recortar la profesionalidad de nuestro personal sanitario.

  Mi diagnostico parte de un centro de atención primaria que está en el ojo de mira para ser derivado y eliminado por aquellos que no conocen el terreno sino que deciden desde una mesa de despacho que sólo quiere rentabilidad. Pero aún así, allí trabajan profesionales que saben que lo que tienen entre manos son personas y no números. Gracias a mi médica, P. P., y su enfermera, E. F. G. T., supe que el dolor de mi rodilla no era un mal esfuerzo, sino que ellas derivaron mi situación a traumatología del Hospital General de Guadalajara porque la cosa era “algo” más.

  Allí, en medio de mucha gente que abarrota las consultas, “topé” con una muy buena profesional, que con una sonrisa, con mucho tacto y un total conocimiento dado por la experiencia, M. J. G., me dijo: “nos vemos en el quirófano”. Y desde aquel momento, con su lista de espera correspondiente, he percibido un calor especial que hace que uno se olvide de su situación de dolor y entre en un trato humano que le trasmite ánimo, confianza y tranquilidad. Si quisiera citar a todos, esta carta parecería un jeroglífico, pero desde que comencé el seguimiento en manos de P. L.

  , los análisis, resonancia en manos de M. L. P., electro, el servicio de secretaría de trauma, con I. G., la acogida y el cuidado de la C.M.A. y el propio equipo de quirófano, con mi traumatóloga y F. P., con el anestesista J., enfermeros, celadores y demás; y ahora en el post-operatorio en el que trato con otros médicos y otras enfermeras, como M. J. V., siempre he sido atendido por personas y no sólo eso, sino con auténticos profesionales que en medio de “malabares” de horarios, sueldos y material, han sabido ver que en sus manos estaba un paciente, que sentía y padecía.

  Un paciente que necesitaba de ellos y ellos se han dado sin límite y de una forma gratificante y cordial. Por ello, cuando uno echa la vista atrás, se da cuenta de estas cosas. Que con el recorte, el que no es profesional, escudará su condición en una cosa externa, pero el auténtico profesional, aún con todo, no rebajará el nivel. La pena es que no se valore esto y que, de lo profesional que todos necesitamos, de lo sanitario, no se debe nunca racanear ni rentabilizar. A usted por la escucha, y a todos ellos por su labor, simplemente, Gracias.