Sobre la inmigración y la emigración
Las tornas están cambiando. España, país de acogida de inmigrantes en los últimos años ha vuelto a pasar a país exportador de mano de obra. No en vano, la crisis ha ralentizado el proceso de acogida. Según Norma Kleinubing, delegada diocesana de Migraciones, el número de inmigrantes que llegan a nuestra provincia es muy inferior al que era. De hecho, durante el pasado 2011 llegaron a la capital 1.017 personas inmigrantes, casi 600 menos que el año anterior, cuando la población extranjera de Guadalajara creció en 1.600 nuevos habitantes. A pesar de ello esta población todavía sigue representando un porcentaje muy importante en la provincia, con un 15 por ciento, y en la ciudad, donde la proporción de inmigrantes alcanza el 16 por ciento. Por ello, a través de distintas actividades se pretende desplegar lazos de unión entre las distintas comunidades culturales. Ahora, más que nunca la sensibilidad hacía los inmigrantes debe ser mayor, máxime si tenemos en cuenta que muchos de nuestros jóvenes se encuentran en la misma situación, en países extranjeros. La emigración española es un hecho. Buscar trabajo cuando no lo encuentras en tu propio país mueve a millones de personas cada año. Si en los años 50 muchos españoles se fueron a Francia o Alemania y aprendieron francés o alemán mientras ejercían trabajos domésticos, actualmente se da el caso contrario. El nuevo emigrante español se marcha a buscar trabajo en el extranjero con la lección bien aprendida. Ahora acuden con una preparación universitaria o un título de FP que les garantiza un sueldo amplio, unas garantías sociales y un estatus muy superior al de muchas de las personas del país de acogida. Sin embargo, no dejan de ser extraños en tierra de acogida. América sigue siendo el destino favorito de los emigrantes de nuevo cuño y es el continente elegido por seis de cada 10. Europa es el segundo lugar favorito de peregrinación y ya acoge a más de medio millón de emigrantes. Pero, Asia pisa fuerte y es el continente donde la comunidad emigrante ha crecido un 16%. No podemos obviar esa realidad que nos debe recordar nuestro pasado y presente emigrante para comprender y tolerar mejor a los inmigrantes que viven entre nosotros.