Sobre la sentencia del asesinato de Miguel Ángel

13/01/2012 - 00:00 José Luis Arévalo


  El día 21 de diciembre conocimos la sentencia del asesino de Miguel Ángel Hernando Arévalo. Pensamos que los asesinos están de enhorabuena, ya que la sentencia dictamina 18 años de cárcel. Para el criterio de cualquier persona racional esto supone una aberración a los derechos del ser humano. El carácter frío de los criminales imperó en todo momento en el juicio, actuación que se puede comprender tras escuchar hablar al forense. Quién relató como los asesinos golpearon con una barra metálica a Miguel Ángel por todo su cuerpo de una manera sádica.


  Posteriormente introdujeron una bolsa de plástico perfectamente plegada y anudada por la boca llegando hasta la faringe, empujando así alguno de los brakets hasta el esófago, para finalizar atando el restante de las bolsas al cuello. Este fue sin duda el momento de más veracidad de todo el juicio, las pruebas no mienten, no así los imputados que tan solo coincidían en pequeños aspectos como la abundancia de la sangre, situación desprotegida en la que se encontraba la víctima y el modo tan inhumano de deshacerse del cuerpo para posteriormente pedir un falso rescate de 60.000 euros.


  La familia y amigos dimos a conocer lo sucedido en aquellos medios que se prestaban a escucharnos y relataron fielmente como sucedieron todos los hechos. Ante la perspectiva de cómo acabaron con la vida de Miguel Ángel Cifuentes quiso ser partícipe en el dolor de una de sus familias y no fueron pocos los que se presentaron a la puerta del juzgado a dar su apoyo desde el comienzo hasta el final del juicio, gentes de muy diversas edades.


  Desde que ocurrió el suceso los allegados de Miguel Ángel hicimos todo lo que pudimos para mostrar a la sociedad el crimen tan cruel que se había cometido y sobre todo la fe que depositábamos en la justicia. Pero con la celebración del juicio pudimos comprobar cómo están planteadas nuestras leyes, después de escuchar a unos asesinos que no aclaraban los detalles que la fiscal le preguntaba, unos padres destrozados por un dolor que no se borrará nunca y un forense además de guardias civiles claros y realistas. Solo nos quedó escuchar la defensa de los asesinos, de la que no podré decir nada pues el alma se llena de un sentimiento de desprecio infinito por sus argumentos.


  La conclusión de todos estos acontecimientos es una pena de cárcel de 18 años, que es más que probable que se reduzca por todo lo que estamos acostumbrados a escuchar de otros casos en los medios de comunicación. Con este tipo de penas sin justo castigo lo único que podemos deducir es que en realidad estamos premiando todos estos actos, podemos suponer que una personas que ahora mismo esté en la calle pasando frío y son trabajo lo único que debe hacer es cometer un crimen, ya que incluso podrá tener un trabajo remunerado en la penitenciaría además de comer todos los día entre otras ventajas. Cada día aparecen nuevos crímenes y es que hoy en día en España asesinar es muy barato para quienes cometen un crimen que para quienes tienen que padecerlo.


  Espero que este suceso no le pase a ningún alto cargo político o judicial porque son en definitiva los únicos que pueden cambiar algo y hasta el momento no están haciendo nada. Después de la sentencia nos preguntamos que más tenían que haber hecho los asesinos para que hubieran tenido penas máximas. ¿Dónde está la vara de medir de los jueves? Observando casos de asesinatos tan crueles como éste, por fortuna pocos en España, la mayoría tuvieron penas más duras. Quiero agradecer la labora de la guardia Civil, quienes desempeñaron un papel fundamental en la aclaración de los sucesos. Siento que sea una injusticia tanto trabajo y desembolso de capital para una pena tan baja.