Sobre las diputaciones

14/02/2011 - 00:00 José Manuel Sanz

He podido comprobar, recientemente, como, ante las críticas de algunos altos cargos del Partido Socialista a las Diputaciones, ha resucitado Alvar Fáñez de Minaya.... digooo, Juan Antonio de las Heras, Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Guadalajara, en defensa de la “biodiversidad institucional” y la protección a las especies en peligro de extinción; esto es, las Diputaciones. Dice el prócer alcarreño que estas instituciones provinciales son “eficientes, eficaces y cercanas”, y constatando la plenitud de la que llama 1ª descentralización administrativa se disfraza por un momento de anti-centralista (no sé ustedes, pero yo no me lo creo) y reclama ahora la consecución de la segunda (de estas últimas a las Diputaciones y Ayuntamientos). Me gustaría expresar mi posición personal ante tan controvertido y escabroso asunto. Yo también estoy a favor de que se lleve a término la que el Sr. Juan Antonio de las Heras llama 2ª Descentralización Administrativa, pero no a las Diputaciones, sino a las Comarcas. Las Diputaciones son unos organismos anquilosados en el pasado, auténticos diplodocus de la gestión administrativa sobre el territorio, de la aplicación directa de políticas de dinamización comarcal. Revestidas de ese manto de casticismo secular, su única función real es el control caciquil de los alcaldes y concejales de sus respectivas provincias, llevando a cabo un sistema de auténticas presiones y coacciones a los Ayuntamientos, con frases tan manidas como “tengo esta financiación por aquí, si haces tal cosa va para tu pueblo”, “sujeta a los vecinos y que no armen alboroto, la carretera va a ir por ahí y punto”, y cosas por el estilo. Una institución que de eficaz no tiene ni el aliento, ni el alma ni la inspiración. Un nido desde donde se ejerce el más puro control decimonónico caciquil y se ahoga la conciencia ciudadana y las reivindicaciones municipales. No digo que haya que suprimirlas, quién sabe, puede que sea posible adaptarlas. Pero lo que sí es cierto es que merecen una reforma y un planteamiento de carácter integral sobre su situación, desarticulando el organigrama centralista provincial y dando paso a una gestión desde las comarcas mediante consejos comarcales donde la voz de los partidos no tenga sitio alguno, y únicamente se ventilen los asuntos entre asambleas de concejales de la comarca. Éso es autonomía municipal. Eso es eficacia, gestión óptima y aplicación de las políticas y los recursos de forma directa sobre el territorio.