¿Somos libres para enseñar lo que queremos?
22/01/2011 - 00:00
Si trabajásemos en Finlandia tal vez sí podríamos decidir qué enseñar, cómo enseñar, a quién y a qué ritmo enseñar. Allí tienen tanta libertad como preparación, aquí lo pongo en duda. Nos contratan para enseñar un curriculum del estado, con una ley establecida por nuestros políticos y con unos reales decretos para asegurar su correcta aplicación. ¿Dónde está esa libertad para diseñar, reformar y decidir?. En algunos países si son los pedagogos y los maestros los que tienen ese poder, en España lo tienen los políticos.
Y para muestra y por increíble que parezca, miles de jóvenes españoles están siendo adoctrinados en el marxismo a través de Educación para la Ciudadanía. Los manuales ensalzan la figura del Estado y el ánimo MOVILIZADOR de los sindicatos, mientras el empresario es tildado de sanguijuela. Los contenidos de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, autorizados y previo filtro del Ministerio de Educación y Cultura, cargan de una forma insólita contra la figura del empresario al tiempo que ensalzan el papel de los sindicatos y la función democrática, representativa y plural de la clase política. Otro ejemplo, tengo varios:
¿Qué pasa si usted quiere enseñar Biología, pero no cree en la teoría de la evolución? ¿Qué pasa si usted quiere enseñar Geología, pero no cree en la teoría del Big-bang o en la deriva continental?. Te imaginas a Nicolás Copérnico atado al curriculum y explicando la teoría geocéntrica. O a Darwin explicando teorías fijistas al enseñar el origen de la vida. ¿Y enseñar Historia?. Anda que no hay versiones de los acontecimientos. ¿Dónde queda la libertad de cátedra, dónde queda la esencia de la educación?. Yo estoy contratado por el estado para enseñar lo que quieren y como lo quieren. Me imponen un método y unos contenidos, que evidentemente están supeditados a criterios ideológicos y políticos y por supuesto religiosos. Y pobre de ti como te salgas del caminito y del temario marcado o modifiques un ápice tus enseñanzas o incluso como apliques otro método. Tus propios compañeros y tus superiores (superiores en privilegios, claro), te recordará el sendero a seguir y te recordarán quien paga tu nomina a fin de mes. La educación otro gran poder al servicio de los políticos. ¡Qué vergüenza!