Tan distintos
Ciertamente interesante, rico en matices, y sobre todo muy complejo, queda el panorama político tras la última contienda electoral que pone fin a las mayorías absolutas. Es la hora de la llamada cultura del pacto pero éste resulta de lo más difícil cuando los llamados a entenderse son antagónicos en muchos aspectos y parecen solo converger en la voluntad de que no gobierne el que está. Dos serán los acuerdos para formar gobiernos que viviremos en los próximos días. Por un lado el Partido Popular necesitará de la abstención o el apoyo de Ciudadanos para continuar gobernando el Ayuntamiento de la capital y la Diputación. Abstenerse, cuidado, no es ser independiente cuando con esa postura se decide la inclinación de la balanza. Permitir que gobierne la lista más votada parece la consigna, sin duda coherente y justa, pero obligarán, nos preguntamos, al menos, a firmar el decálogo contra la corrupción y ¿qué más pedirán los de Albert Rivera para dar nuevos aires de transparencia y regeneración en las administraciones citadas? Aunque no entren a gobernar si deben decir algo en los gobiernos que faciliten porque para eso han sido votados.
Sin embargo la gran dificultad la vemos en el otro gran pacto que decidirá muchos ayuntamientos y sobre todo la Junta de Comunidades, la administración con más envergadura y poder de todas. Patata caliente tiene el PSOE en las manos y es que un partido de gobierno, serio, responsable, institucional, de clara ideología y con programa definido, tendrá que lidiar con propuestas populistas, poco realistas y de corto recorrido. Los silbidos al jefe del Estado y al himno del pasado sábado provocaron la reacción inmediata de PP y PSOE en defensa de las instituciones y del Estado. Ciudadanos también lo hizo. Son la garantía del actual sistema. Los votos de Podemos servirán para que el PP no gobierne en muchos lugares pero no para que ellos gobiernen en ningún lugar porque simplemente está fuera de lo posible lo que defienden, por bien que suene la música para muchos y que en puntos concretos lleven mucha razón. Encaje de bolillos tendrán que hacer los socialistas para poder gobernar con sus votos, por cierto de los que quieren ese cambio radical. Esperemos que la cena del miércoles les haya servido de algo.