Tinieblas sobre luces

13/04/2012 - 11:58 Redacción

Donde dije digo…. El popular refrán se hace cierto cuando se habla de declaraciones políticas. El pasado martes el delegado del Gobierno de Castilla-La Mancha, Jesús Labrador, en una comparecencia pública para explicar los Presupuestos Generales del Estado, hacía especial mención a la construcción del Parador de Molina: “un proyecto vivo que cuenta con una inversión de 30 millones de euros y cuya gestión se ha hecho a la empresa Tragsa”. Con esas palabras el delegado del Gobierno venía a recalcar el interés de su partido por ese proyecto pero en un lapsus añadió que en los presupuestos se incluía una partida de 58 millones para la construcción de dos Paradores, siendo el de Molina uno de ellos. La cifra empezó a correr de boca en boca sin que nadie pudiera explicar claramente dónde aparecía dicha partida. El hecho es que lo que en un principio servía para confirmar la intención del Gobierno central de construir el Parador, se convirtió, al final, en un pequeño lío que ha vuelto a poner en alerta a la sociedad molinesa. De hecho la Otra Guadalajara no tardó en remitir un comunicado a los medios en el que ponían en entredicho las palabras de Jesús Labrador e incluso iba más allá asegurando que si en definitiva, todo está a punto, incluido el dinero “¿Qué causa inconfesable existe para que no se active dicho proceso de licitación, se haga la apertura de los sobres y se le adjudique la obra a la empresa que presente la mejor oferta?”. El caso es que en estos tiempos de crisis y recortes presupuestarios, que van y vienen de un día a otro, no es de extrañar que el compromiso expresado por el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, hace dos semanas sobre la construcción de los paradores iniciados, no sea suficiente para conseguir la absoluta tranquilidad de los habitantes del Señorío. Sin embargo, tras años de retrasos, no se puede poner en duda, el compromiso actual simplemente por que comience a circular una partida fantasma que desaparece en unas horas y que no fue más que el fruto de una equivocación fortuita. Haber reconocido la misma públicamente hubiera evitado el malentendido aunque el nerviosismo será inevitable hasta que realmente se inicien las obras.