San Bartolo
Decía el inolvidable amigo Félix Mallén que para un buen año de setas y hongos nada como abundantes tormentas por estas fechas para ir regenerando los resecos prrados, iriazos y montes. “Por San Bartolomé, tormentas ha de haber”, dice el refrán.
Precisamente el patrón de municipios molineses como Tartanedo, Villel de Mesa y Aragoncillo, es abogado contra tormentas, rayos, la peste y complicaciones en los partos, cada vez más milagrosos aquí y en toda España.
También es muy festejado en Galicia y Lanzarote. Y en México, pero con otras connotaciones. Cuenta mi amigo transoceánico Leo(nardo) que allí se toman de otra manera a este obispo mártir y uno de los doce apóstoles de Jesús.
Empezando por el refranero (“Para los tarugos siempre es día de San Bartolo”). Una temida leyenda religiosa advierte que los días 23 y 24 de agosto “el Diablo se suelta” para cobrar venganza contra el bien y causar daños y accidentes.
Sin entrar en detalles, marca el inicio del curso escolar en Suiza y otros países centroeuropeos, el arranque de la vendimia en Aragón y el retorno de unas vacaciones este año el doble de caras que hace una década y salpicadas con algunos conatos de “turismofobia”.
Los estudiosos del horóscopo resaltan que en estas fechas son concebidos los nacidos bajo el signo de Géminis. Un ascendente con sus pros y contras, mayoritario entre los periodistas según las asociaciones de la Prensa, y artistas y famosos de la talla de Marilyn Monroe, Paul McCartney o Rafa Nadal.
En mi pueblo éramos contados. Abundaban los engendrados durante el frío invierno, con largas noches y escasas tareas en el campo. Incluso la celebración de San Bartolo se retrasaba a mediados de septiembre, una vez acabada la trilla y antes de iniciar la sementera.
No estaría por demás una plegaria para que atempere la tormenta política creciente.