Un ateo marca la X a favor de la Iglesia

07/05/2011 - 00:00 José Manuel Belmonte

Hemos entrado en campaña. La de la de la Renta, claro; la que nos emplaza a retratarnos ante la Agencia Tributaria. El impuesto con el que Hacienda recauda e incrementa las arcas del erario pública. Se ofrece a los contribuyentes, en España, la posibilidad de marcar una X en una casilla a elegir entre estas: a) Sin Asignación,b) A Fines Sociales, c) A la Iglesia católica. No es una cuestión menor, no debe serlo. La clave está en elegir libremente; y en quién y cómo se administra el dinero de la X. El 0,7 da para mucho. Con el respeto que merece la decisión que tome cada ciudadano, y las innumerables necesidades a las que hay que atender, multiplicadas por la crisis económica y de valores, me llamó la atención una explicación. Era la de un ateo, que el sábado 27 de noviembre de 2010 explicaba dónde coloca él la X y por qué.

   El Dr. José Manuel López, especialista en Oncología en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander (Cantabria), decía en el Diario Montañés: “Si alguien desea curiosear en por qué un ateo marca su X a favor de la Iglesia, quizá le interesen mis tres razones principales”:

1. La Iglesia católica es históricamente la organización benéfica más eficiente. No estableceré un ranking de altruismo, pero yo, siendo ateo, dudo que los recursos administrados por la Iglesia sean desdeñables o necesariamente sustituibles: voto por mantenerlos.

2. Europa está obviando el catolicismo. Asistí recientemente a la misa dominical en un convento de clarisas, con su olor inefable a musgo e incienso. A mediodía, las monjas ocupan un coro, allá por el ábside; los fieles llenan la pequeña nave y el cura lee sugestivos textos, y lo hace bien, y por un momento me siento parte de algo más grande y más permanente que yo, algo que sosiega la respiración y atempera el pulso, sin necesidad de lapidar a nadie. Y luego visité otra iglesia, donde se cantaban bellísimas habaneras de tema religioso. Voto por ese espíritu de paz y concordia, aunque yo no sea creyente.

3. Estoy harto de la beligerancia que existe contra la Iglesia Católica en nuestra sociedad española. Justo por no serlo, me parece inexplicable el furor obsesivo por bajar los crucifijos de los colegios. No veo qué daño causan los símbolos de una fe que no me asiste, pero sí ilustra mi paisaje histórico y emocional. Me espanta el fanático que se jactaba de clausurar escuelas católicas o quemar frailes.

No concibo que un absurdo revanchismo haga saludar a gobernantes infames como Chávez y ningunear al Papa, líder espiritual de muchos compatriotas. A mi juicio de ateo, es lógico y deseable que el Estado sea laico, pero sucede que España no lo es. Hay vida inteligente fuera del Estado, así que pongo la X para la Iglesia Católica, no vaya a ser que algún insensato la destine a construir mezquitas y tengamos que resucitar a don Juan de Austria”. Vuelvo a decir que tan respetable es esta decisión, como cualquiera otra. Dicho esto, creo que se pueden destacar de ella, algunas cosas que me parecen interesantes. Parece una persona lúcida, que sabe lo que quiere, y lo expresa con sentido común. Un librepensador humanista, sin prejuicios. Un hombre libre que piensa y actúa como tal.

El genial oncólogo parece indicar que prioriza la conciencia y la eficiencia; y reconoce las bondades del cristianismo, la necesidad del amor, la paz y la solidaridad. En ese empeño, se fía más de la Iglesia que del Estado para que su aportación llegue a los necesitados. Es realista. En su experiencia parece afirmar que ser ateo no quiere decir que ignore las raíces culturales de Europa y de España. Demuestra un gran bagaje cultural lleno de sensatez y profundidad. Inmerso en una sociedad “beligerante” y hasta llena de “furor” contra la iglesia y sus símbolos, demuestra con su actitud, que una cosa es laicismo y otra la intolerancia, la ignorancia y la ideología del revanchismo. “Hay vida inteligente fuera del Estado”. Y aire libre.