Un buen gestor, un buen político, un buen ciudadano

27/02/2012 - 16:12 ANTONIO MARCO MARTÍNEZ

Desde la distancia y tranquila  perspectiva  que proporcionan unos cuantos meses ya lejos  de la política activa, me permito escribir estas líneas en defensa de un buen político y una extraordinaria persona.
A rebufo de los dos últimos plenos de las Cortes de Castilla-La Mancha, la diputada del PP por Guadalajara María José Agudo ha arremetido de mala manera contra el diputado socialista Fernando Lamata, anteriormente consejero de Sanidad de Castilla-La Mancha.
A decir verdad, basándonos en las noticias recogidas por los medios de comunicación, hay una notable diferencia entre la primera rueda de prensa de Agudo y la segunda, una semana después. En la primera, insultó, descalificó y entró en consideraciones personales injustas, con un estilo impropio de parlamentarios democráticos de un país moderno. Los insultos y descalificaciones envilecen la vida política y democrática y nada añaden a una necesaria y adecuada discrepancia política. Se ve que María José Agudo ha sumado a su  estilo de comunicación, ya de por sí brusco, las peores lecciones de parlamentarismo que recibe de sus maestros y maestras de Toledo, que harían enrojecer a los ciudadanos si decidieran ver los plenos de las Cortes (algo que, por cierto, pueden hacer a través de Internet, en la correspondiente página web).
En su segunda rueda de prensa, aunque ya ha evitado los insultos, Agudo también califica a Lamata de pésimo gestor y, aunque reconoce que puede ser un buen profesional, concluye que no puede venir a Guadalajara a “dar lecciones de nada”. Desde luego, está dentro de cauces más adecuados en la discrepancia política. Quizá porque Fernando Lamata ya le había dado una buena lección a la diputada señora Agudo: la mesura, la educación, el control de  lengua y de la expresión del diputado socialista han hecho mella en la diputada popular, que ahora ya no insulta.
Pero hay más: Fernando Lamata ha sido un extraordinario gestor, como revela la crítica de la propia señora Agudo, aunque pretenda lo contrario. Dice la diputada que ha dejado a deber a las farmacias. Para empezar, es falso. Pero, en todo caso, cualquier gasto en medicamentos corresponde a tratamientos que reciben los enfermos de nuestra región y han sido prescritos por profesionales. ¿Es eso un despilfarro, señora Agudo? ¿Cree que los médicos recetan y los enfermos consumen medicamentos para arruinar a Castilla-La Mancha? Dice también que se dejaron a deber ocho millones de euros de mantenimiento de las maquinarias hospitalarias. Pero, señora Agudo, ¿no se deben reparar y mantener las máquinas de los hospitales, de las que depende la salud de tantos ciudadanos?
Ítem más, dice Agudo que había 30 millones de euros en tratamientos de quimioterapia o nueve millones en gastos de electricidad. Señora Agudo, señora diputada, ¿qué debería haber hecho Fernando Lamata, quizá suprimir los tratamientos oncológicos a los ciudadanos que los necesitan o dejar los hospitales sin suministro eléctrico? Y así continúa hasta llegar a 600 millones de euros, con una retahíla de acciones que, por lo visto, no tendrían que haberse realizado (implantes, marcapasos, prótesis, limpieza, seguridad, lavandería de quirófanos…), y que en realidad evidencian lo que era el servicio público de salud de Castilla-La Mancha.
Yo le propongo a la diputada simplemente que reconozca la importante labor que el consejero Fernando Lamata hizo manteniendo un extraordinario servicio sanitario público en condiciones económicas cuasi imposibles. Sin embargo, me temo que ese reconocimiento no se producirá. No sólo porque la señora Agudo parece tener un concepto visceral de la política, sino porque en el fondo las diferencias de modelo sanitario son muy profundas.
Por ejemplo, como estos días hemos sabido, con Lamata de consejero, de una simple gota de sangre del talón de un recién nacido extraía información sobre 15 posibles enfermedades. El actual consejero del Partido Popular –por cierto, paisano de la señora Agudo y de todos los que vivimos en Guadalajara– sólo busca información de tres para ahorrar gastos. ¿Podría decirnos la señora Agudo si es una buena gestión ahorrarnos unos pocos euros, a costa de la prevención de una dolencia que, por no ser diagnosticada a tiempo puede tener graves o gravísimas consecuencias para una persona durante toda la vida?
Otro ejemplo: Fernando Lamata, que no es de Guadalajara, creyó que Molina de Aragón debía tener una UVI móvil que el actual Consejero de Sanidad –recordemos que precisamente es de Guadalajara– está decidido a suprimir para ahorrar unos euros, pero a qué precio. En el fondo, aunque la señora Agudo quizás no se haya enterado, la cuestión importante es si hay que mantener en perfectas condiciones el servicio público de salud o hay que desmantelarlo para que acudan a la sanidad privada quienes puedan pagárselo.
Estas, y otras muchas, son cuestiones de las que usted, señora Agudo, y el señor Lamata podrían y deberían discutir en un buen servicio a la sociedad a la que se deben. Para hacerlo no hace falta insultar a un buen gestor y a un buen ciudadano. Es más, señora Agudo, todos podemos y debemos aprender unos de otros. Desde luego, Fernando Lamata, cuyo estilo no es el de dar lecciones a nadie, le puede enseñar a usted mucho. Es una oportunidad que no debería desaprovechar.