Un capricho con corazón

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Ortiga
Por desgracia no es algo nuevo ni parece que vaya a convertirse en algo antiguo. Tampoco es una manía propia de los niños, porque los adultos se muestran aún más irresponsables en determinados terrenos. Uno de ellos, el de las mascotas. Hay gente que tiene animales porque los necesita para comer, aunque cada vez son menos. Ahora, quien tiene una mascota a su cargo es porque disfruta de la compañía que le hace, porque la quiere, y no porque le apetece tener un animalito durante cinco días y luego dejarlo abandonado en alguna gasolinera, con suerte.
Hay, incluso, quien culpa a los niños, que se empeñan en tener un perrito y luego deciden pasar de él. Como si dejásemos que los niños tomasen decisiones determinantes de nuestra vida diaria y esta, la que implica a seres que respiran, quieren y corretean o nadan, son decisiones realmente importantes. Los caprichos están bien cuando se trata de comprarse una consola, que a fin de cuentas no tiene corazón, pero cuando el capricho tiene sangre corriendo por las venas, hay que evitar comportarse como un estúpido.