Una crisis inaplazable

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

AL MARGEN
CARLOS CARNICERO PERIODISTA
Todo el Gobierno gravita en su presidente; comparece en televisión para irrigar la fe del carbonero en el ciudadano, hace los anuncios de las medidas económicas y únicamente queda Magdalena Álvarez, incombustible, para hacer la crónica de sucesos relacionada con la meteorología.
No tiene actores en el Gobierno ni de reparto. Al ministro de Industria, que algo tendría que decir cuando se desploman un montón de sectores de la economía como si fueran castillos de naipes arrastrando millones de parados, sólo se le ha ocurrido en los últimos trimestres hablar de coches eléctricos, bombillos ahorradores y el regreso a la autarquía de que la crisis se alivia comprando productos españoles. Si salvamos a Alfredo Pérez Rubalcaba en el timón de Interior y a la ministra de Defensa, Carme Chacón, el resto del ejecutivo navega en aguas ignotas y normalmente no se sabe a qué dedican la jornada laborar si no es hacer frases para intentar buscar un titular que rara vez consiguen. Y es curioso que ministras como Bibiana Aído, que fueron el foco de todos los golpes sea quien está haciendo con más pulcritud y discreción su trabajo.Pedro Solbes no sólo está agotado personalmente sino que se quedó sin crédito y la forma de reconocer tarde y mal la recesión ha motivado que de la sensación de que España se acostó una noche en la abundancia y por la mañana se despertó con la casa saqueada por unos atracadores. Pedro Solbes no es que de malas noticias, que no le queda otro remedio, sino que se ha constituido en un agorero al que la cámara de televisión ya le condena. José Luis Rodríguez Zapatero hizo un gobierno cómodo para que no le discutiera nadie y el durara la inercia hasta la presidencia europea, pero además de eso las ideas son escasas y el motor no funciona ni al ralentí. Hasta ahora se salva ante la opinión pública sólo porque la alternativa del PP es como para echarse a temblar y bastante tiene el partido de Rajoy con no disolverse entre la crisis del espionaje, la falta de liderazgo y el varapalo de Educación para la Ciudadanía.