Una noche con viejas y nuevas glorias del rock

12/09/2013 - 11:28 Mónica Tovar

El frío y el rock se impusieron en el primer concierto de las pistas de la Fuente de la Niña y ambos triunfaron. Fueron compañeros de los miles de seguidores que desde las 23.00 horas se fueron acercando al recinto. Esa era la hora señalada para el inicio del Guadarock y fueron muchos los que estuvieron desde el primer momento en el césped para disfrutar de tres horas y media de música, aunque la gran mayoría, y de hecho, la afluencia fue mayor cuando estaba a punto de salir al escenario Barricada.
 
 
Tal y como estaba previsto Anoxia 71, uno de los finalistas del Festival Denominación de Origen Guadalajara fue el encargado de abrir esta noche de rock. Durante unos 30 minutos llenó las pistas de música pop punk, dejando claro cómo poco a poco, con trabajo y talento, se están haciendo un hueco en el panorama musical con apenas ocho años de vida. Se cayó del cartel, sin embargo, el otro finalista, Quartetto Minimo. Y el último telonero fue Durgamata, finalista del concurso, que deleitó al gran público con su pop rock alternativo, en el que destacaban los sonidos del saxofón, la percusión y los coros, poco habituales en este tipo de citas. En su breve pero intensa actuación demostraron una gran cercanía con sus seguidores, de los que se despidieron con “Eso es lo bonito”, una animada y positiva canción que invitaba al movimiento, incluida en “Sonrisas de la Ciudad de Piedra”.
 
   El fin de su actuación evidenciaba el principio de la vieja banda de rock. No solo porque así lo anunció la vocalista de Durgamata, sino porque las pistas de la Fuente de la Niña empezaron a llenarse de gente. El perfil era variado. Los jóvenes eran mayoría, pero también otros, hombres y mujeres, que no lo eran tanto, y que disfrutaron de una noche de rock con un clásico. Tras los oportunos cambios de instrumentos, pocos minutos antes de las 00.30 de la noche, la banda, liderada ahora por el Boni, salía al escenario dispuesto a ofrecer dos horas de concierto prácticamente ininterrumpido en el que sus verdaderos seguidores y fans disfrutaron con cada tema.
 
  ‘Punto de mira’ abrió el concierto en el que pocas veces se dirigió al respetable, pero no fue necesario. Ofrecieron una noche de rock, como el mismo vocalista dijo antes de meterse de lleno en su “Pasión por el ruido” y la “Noche de rock and roll”, que fueron dos de sus temas más coreados. El Boni dejó en Guadalajara las viejas glorias, y otras no tanto, de las tres décadas de vida del grupo, aunque, en la memoria de los presentes estaba Enrique Villarreal, El Drogas.
 
  Y aunque las comparaciones son odiosas, se echaba de menos su voz ronca y desgarrada, que se había convertido en el símbolo del grupo. Sobre todo, en esas canciones que conforme avanzaba la noche también se hacían necesarias, especialmente, para los no tan fans, sino más bien aficionados, que esperaban escuchar sus canciones de siempre, las que suelen sonar al final de las verbenas. Pero antes tendrían que venir “Contra la pared”, “Todos mirando” –muy coreada-, “El muelle”, “Aguardiente” o “A toda velocidad”.
 
  Y cuando parecía que esta noche de rock tocaba a su fin, como lo anunciaba el propio Boni, llegó una de las más esperadas: “Blanco y negro”, que fue un revulsivo para saltar y combatir el frío, pero no fue el colofón. El grupo abandonó sus instrumentos sobre el escenario y se fue, pero la insistencia del público le hizo volver para cumplir una de las peticiones y otro clásico: “No hay tregua”, a la que le seguirían otros dos temas más antes de poner el punto y final definitivo a esta noche de ruido, rock y frío.