Valores y tranvías
Algunos se corrompen antes de llegar, como Monedero, y otros después de encajar sus posaderas en la poltrona. Los tenemos para todos los gustos. Pero la corrupción siempre está vigente, con sus múltiples variantes y modalidades. Unas veces se presenta en forma de fraude fiscal o dinero negro y otras de forma mucho más sibilina, a través de subvenciones o cursos de formación.
Me voy a referir a esta última modalidad, porque demuestra hasta qué punto se ha extendido por nuestro país como algo normal la malversación del dinero público que destina el gobierno de España y de la UE a distintos fines sociales. Los fondos para cursos de formación, al menos en Andalucía, han sido un engaño. O no se llevaban a cabo o el dinero se lo repartían entre quienes tenían la obligación de gestionarlo, como se deduce de las actuaciones de la juez Mercedes Alaya.
Esta conducta deplorable, de la que tendrían que avergonzarse los sindicatos y la patronal, puesto que son los intermediarios y gestores de esos fondos, es un ejemplo más del deterioro ético y estético que estamos viviendo en España durante estos últimos años. Y, algo más grave todavía, pone en evidencia el consentimiento cuando no el encubrimiento de todo tipo de tropelías. Parece evidente que no han existido controles que evitaran los abusos y las irregularidades, pero quizás porque este tipo de prácticas las tenemos ya casi asumidas.
Susana Díaz ha pedido indignada crujir a los defraudadores, pero sin hacer la más mínima alusión a la irresponsabilidad de su gobierno, incapaz de detectar el mal uso de esos fondos. Que mande crujir también ella a quienes han amparado con su incompetencia o con su falta de escrúpulos el robo manifiesto del dinero público.
O este país recupera los valores de la honradez y la decencia o acabaremos mirando muy pronto para Grecia. Que para Toledo ya se encargan de mirar otros
PD: Descarrilado el tranvía de Tomás Gómez el líder que tantas tardes de gloria ha dado al PP en la Comunidad de Madrid -, a los socialistas madrileños ya solo les queda esperar junto a la vía a que les recoja algún tren de cercanías. Otra oportunidad perdida, aunque siempre les quedará la esperanza de mejorar la velocidad de crucero con el nuevo maquinista.