Vota
23/05/2014 - 23:00
Me rejuvenecen estas campañas electorales (me da igual unas que otras) porque me retrotraen a las primeras elecciones democráticas, cuando todos teníamos casi cuarenta años menos. Nos asombraba entonces el guirigay de tantos partidos (más de 50) con sus canciones, carteles y mítines, a todos los cuales yo asistía profesionalmente. Y recuerdo que mi reseña en Nueva Alcarria y ABC del mitin del Duque de Tovar, de Fuerza Nueva, en el cine Moderno, le costó un juicio y una condena por injurias. Ahora ya no me llaman tanto la atención las campañas electorales, pero me siguen gustando poco las cartelas de lado a lado en calles y paseos que me invitan, más bien me incitan, casi me ordenan, que vaya a votar. Solo falta que añadan una de al vota para que sea imperativa la incitación. Pero al español de ahora, como al de antes, no nos gusta que nos manden. Ya lo dijo Eduardo Marquina en su En Flandes se ha puesto el sol: todo lo sufren en cualquier asalto/ sólo no aguantan que les hablen alto. Si nos empujan, nos escondemos, como los caracoles. No es una campaña con derroche de cartelería, quizá porque los partidos saben que los electores no se van a matar para votar, posiblemente porque la mayoría no ha asumido la realidad del Parlamento europeo. A lo mejor es lo que me sucedió a mí cuando estuve en Estrasburgo hace unos quince años en viaje privado, es decir, pagado por mí, no por Bono ni ningún eurodiputado.
Puesto a elegir, preferí dedicar mi tiempo a admirar la belleza de su catedral gótica, en el centro histórico de la ciudad, a conocer la sede del Parlamento europeo, tal vez porque entonces no valoraba su influencia en las decisiones de los gobiernos nacionales. Ahora ya empezamos a darnos cuenta de ello, por lo que es de esperar, y desear, que la abstención no sea tanta como vaticinan. Lo malo es que los candidatos hablan de todo menos de lo que deben: explicar la importancia, cada vez mayor, de las decisiones de ese Parlamento en nuestras vidas, hasta el punto de que ya podemos aplicar a la Unión Europea lo que el Marqués de Mirabeau dijo de los gobiernos nacionales: que su mayor peligro es que gobiernan demasiado. Pero quizá sea ésta una interpretación pesimista del futuro europeo. Lo cierto es que ya son tantos los países que integran la Unión Europea que es cada vez es más difícil afianzar esa unión. Votemos, pues, sin entrar en la valoración de nuestros candidatos, porque entonces no tendría color.