... Y eso duele
Si hubiese que sacar una lectura positiva de esta lamentable crisis podría ser la salida del aletargamiento sindical en el que vivimos durante los últimos años. No se sabe si por la abundancia o el silencio institucional impuesto a base de subvenciones, lo cierto es que las facciones sindicales parecían dormitar en un sueño placentero que ni siquiera una huelga general de paripé era capaz de interrumpir. En los últimos meses, las consecuencias de las medidas de austeridad impuestas por el Gobierno regional y la falta de liquidez para afrontar los pagos pendientes parecen haber conseguido despertar la vena reivindicativa de unos representantes del proletariado que parecían ejercer poco como tales. No se sabe si por ese descontento, más o menos generalizado, o por haber sufrido en sus propias carnes los recortes, lo cierto es que su actividad se ha multiplicado. Son muchos sus ámbitos de actuación aunque casi todos se circunscriben a los efectos que está suponiendo la aplicación del Plan de Garantías de Servivios Sociales puesto en marcha por el Ejecutivo de Cospedal sobre distintos colectivos como el sanitario o el educativo, entre otros. Ayer, sin ir más lejos, la Junta de Personal del Sescam del Área de Salud de Guadalajara, en la que están representados los sindicatos CSI-F, CCOO, UGT, CESM (Confederación Estatal de Sindicatos Médicos), el Sindicato de Enfermería Satse y el Sindicato Independiente de Celadores, Personal de Gestión y Servicios (SIC-GS), daba la voz de alarma sobre la sobrecaga de trabajo adicional que conllevan las medidas de austeridad y la disminución de la calidad asistencial que eso supone. Por contra, desde la Gerencia del Hospital se aseguraba que no se había producido un deterioro en los servicios y que el aumento de la actividad había implicado una reducción en los tiempos de espera. Dos versiones contrapuestas de una misma situación: la necesidad de rentabilizar al máximo los recursos de que disponemos. La propia presidenta regional recalcaba ayer que se puede hacer un esfuerzo y se puede mejorar la gestión sociosanitaria, ahorrando gasto público sin perjudicar los servicios. Claro que para conseguir esa cuadratura del círculo habrá que olvidarse de algunos de los privilegios de los que venían disfrutando buena parte del funcionariado de este país. Y eso, duele.