Álvar Fáñez y el escudo del Deportivo Guadalajara
En diciembre los socios del club votaron el escudo que les debía representar.
Anda la afición del Deportivo Guadalajara todavía sorprendida con la propuesta del club de que los socios puedan votar el cambio de escudo de la entidad. Para los que no estén al tanto, el Dépor (mi Dépor, del que soy abonado desde hace muchos años), tenía un escudo tradicional en el que, sobre las iniciales D.G. aparecía una interpretación libre del emblema heráldico de Guadalajara, con un caballero, Álvar Fáñez de Minaya, frente a una ciudad amurallada, que simboliza la capital alcarreña en el momento justo de la conquista castellana. Con motivo del 75º aniversario de la fundación del club, en 2021 se decidió sustituir este escudo por otro más sencillo diseñado en 1947, año de la fundación, en el que no aparecía la figura del caballero y la ciudad, y todo el espacio quedaba para dos enormes D y G con un balón de fútbol antiguo en el centro. El cambio, en principio temporal, para conmemorar esta efeméride, acabó siendo definitivo, lo que generó el debate entre los aficionados ¿seguimos con el escudo nuevo, o regresamos al de Álvar Fáñez?
El asunto puede parecer menor, pero el fútbol es cuestión de sentimientos, y muchos aficionados echaban de menos a Álvar Fáñez en el emblema morado. Afortunadamente, el club, en un ejemplo de cómo hacer las cosas bien, organizó en diciembre una votación entre los socios, para que la mayoría decidiera de forma democrática cuál es el escudo que nos debe representar. Como muchos esperábamos, ganó la versión con Álvar Fáñez por amplia mayoría, para alegría de los que compartimos la pasión por nuestro equipo y por la historia de Guadalajara.
Y es que Álvar Fáñez es un personaje clave para entender el pasado de la ciudad y de toda la Alcarria. Un hombre sin el cual las cosas podrían haber sido muy diferentes en nuestra tierra, pero de quien sabemos realmente muy poco. Es más: su figura histórica se ha llegado a enredar con la literaria que aparece en el poema del Cid, generando una gran confusión. Todo surge porque en el cantar de gesta el bueno de Álvar Fáñez (por cierto, se escribe separado el nombre del apellido) aparece como el lugarteniente de Rodrigo Díaz de Vivar, acompañándole en todas sus aventuras, como un hombre fiel y leal. Un gran personaje secundario en la historia, que en una de sus misiones aparece por el valle del Henares y, según la leyenda, conquista Guadalajara, en una noche estrellada de San Juan de 1085, como nos muestra el escudo de la ciudad (y el del Dépor).
Escudo viejo y nuevo.
Eso es lo que nos contaron a todos en el colegio, pero la realidad de Álvar Fáñez, es que su relación con el Cid fue casi inexistente y que, actuando de manera independiente, llegó a ser mucho más importante, incluso, que el mismísimo Campeador. Permítame el lector ponerle en contexto: estamos en el año 1085 y el rey Alfonso VI ha tomado el reino de Toledo a los musulmanes mediante capitulación. Toda la meseta sur, incluida Guadalajara, cae en manos castellanas de manera más o menos pacífica. El resto de los reinos musulmanes hispanos, asustados, deciden pedir ayuda a sus hermanos de fe norteafricanos, los almorávides, que cruzan el estrecho de Gibraltar con un enorme ejército armado hasta los dientes, lanzando un terrible ataque contra los castellanos, que se ponen a duras penas a la defensiva. En pocos años, Toledo es cercada, mientras que los almorávides intentan cruzar el Tajo por la actual provincia de Guadalajara. La superioridad de los norteafricanos es evidente, y Castilla no tiene suficientes hombres para resistir. En ese contexto, se produce un sangriento choque entre ambos en Uclés (Cuenca), donde los cristianos son masacrados, y donde fallece el infante Sancho, único hijo varón del rey Alfonso VI. Castilla se había quedado sin sus mejores guerreros, y además comenzaban las dudas sobre la sucesión del monarca, ya anciano y enfermo ¿quién ocupará su lugar cuando muera?
La heredera del trono es la hija mayor, Urraca. Una mujer con un enorme talento, pero sin experiencia ni formación militar. Por eso, su padre decide casarla con el mejor guerrero del momento: Alfonso I el Batallador, rey de Aragón. Juntos, Aragón y Castilla, podrían resistir los ataques de los musulmanes. Sin embargo, lo de Alfonso y Urraca fue odio a primera vista, así que cuando falleció Alfonso VI, cada uno hizo, literalmente, la guerra por su cuenta. La nobleza y las ciudades comenzaron a discutir sobre quién debía gobernar, si él o ella, y Castilla y León iniciaron una estúpida guerra civil.
Estadio Pedro Escartín.
Mientras tanto, los almorávides seguían a lo suyo, presionando en este sector del Tajo, aprovechando que los cristianos se estaban matando entre ellos. Es entonces cuando aparece la figura de Álvar Fáñez. Un infanzón de Burgos que, ajeno a lo que pasaba en el norte, se hizo fuerte en la Alcarria con sus reducidas mesnadas, defendiendo toda la zona a la desesperada. Si caía la Alcarria, y especialmente su capital, Guadalajara, nadie podría parar a los almorávides. Así que ahí resistió contra todos y contra todo, sin apoyo de nadie. La situación llegó a ser crítica, porque los almorávides conquistaron Alcalá de Henares y Sigüenza, pero nuestro guerrero pudo contenerles, y Guadalajara resistió. Afortunadamente, poco a poco la presión de los enemigos fue decayendo, y cuando vio que la coyuntura militar se hacía más llevadera, Álvar Fáñez decidió marchar al norte, para ayudar a la reina Urraca en la guerra contra su marido. Un error fatal, porque al llegar a Segovia en 1114 encontró la muerte en una reyerta. Un final indigno para una persona que había defendido el reino heroicamente.
Así pues ¿qué relación guarda Álvar Fáñez con Guadalajara? Simple y llanamente, podemos considerar al capitán castellano como el defensor de la ciudad en un momento desesperado. Tan importante fue su labor, que los arriacenses decidieron bautizar una de las puertas de la muralla con su nombre a los pocos años de su muerte, para homenajear así su memoria. Con el tiempo, las cosas se fueron confundiendo, y el recuerdo del Álvar Fáñez histórico se mezcló con el literario del Cid, mientras que el emblema original de la ciudad, que representaba a un anónimo alférez, comenzó a identificarse con la figura del capitán, quedando la leyenda de la conquista materializada para siempre en la heráldica de la capital alcarreña y, ahora de nuevo, en el escudo del Dépor.