Ante el folio en blanco

19/03/2017 - 12:40 Luis Monje Ciruelo

De algo tiene que valer el oficio de toda una vida para seleccionar un tema, aunque sea precisamente el de no tenerlo.

Ante el folio en blanco que simula la pantalla virgen del ordenador, el escribidor se esfuerza en encontrar un tema para no faltar a su compromiso de la columna semanal La Brújula, como se llama desde hace veinte años, y que antes, con distinta extensión, siempre mayor que la actual, se denominaba Miscelánea, Rutas de andar y ver y otros nombres, el caso es que no faltara su firma. Pero después de setenta y cinco años sin faltar ni una sola vez pese a viajes, enfermedades y desgracias familiares, de algo tenía que valer el oficio de toda la vida para seleccionar un tema, aunque sea precisamente el de no tenerlo. En último extremo, basta echar una mirada física o virtual a la provincia para ponerse a escribir, bien sobre temas objetivos o sobre  sensaciones, sin despreciar los recuerdos acumulados en casi nueve décadas de vida puesto que la memoria del periodista almacena recuerdos e imágenes desde casi los tres años. Cualquier cosa, cualquier avatar vale para llenar la columna, con preferencia de los referidos a la Naturaleza sobre los políticos, saturado como está de ocuparse de sus bobadas, patochadas, sansiroladas y necedades desde la llegada de la Democracia y la Transición que la mayoría recibió con satisfacción, aunque luego defraudara la inconsistencia de los políticos que la trajeron y, sobre todo los que la han utilizado, cuando no manipulado torticeramente en beneficio propio o del partido, olvidándose de los ciudadanos que los han elegido y aún de España, a la que juraron o prometieron defender. Después de los cuarenta años transcurridos desde que los políticos ganaron protagonismo, no sabemos si podemos decir que tenemos una España mejor, exceptuando en lo material, y mucho menos en la Ética, las costumbres y la Moral, aunque sí, indudablemente, en los avances científicos y las nuevas técnicas que han igualado a todos en el bienestar. No hemos retrocedido socialmente, pero los mayores, que conocimos otros tiempos más amables, menos crispados, recordamos que en Política no había enemigos, sino adversarios y los mismos políticos de entonces tenían un superior nivel. Al pensar en la democracia que soñamos y que no es la que disfrutamos, no llegamos a decir “no es esto, no es esto” como algunos eximios republicanos  durante el sexenio 1931-36, pero empezamos a pensarlo.