AURORA BOREAL EN EL SOTILLO: “Acabo de vivir uno de los momentos más bonitos de mi vida”

11/05/2024 - 19:28 Paco Campos

La mágica foto de una aurora boreal que Meteoguada ha captado en El Sotillo sólo se puede captar una vez cada 10 años de media, dependiendo de las tormentas solares y la orientación de la tierra respecto al sol. Un acontecimiento extraordinario para el gestor del perfil de twitter de Meteoguada, algo muy raro, pero posible, explican los conocedores del asunto. “Me ha contado gente que las ha visto en España y al principio no me lo creía, aunque luego aprecié que era verdad”, remarca Luis Monje, experto en fotografía científica.

“Acabo de vivir uno de los momentos más bonitos de mi vida. Auroras boreales en plena Alcarria, en Guadalajara, en El Sotillo”, se señala en Meteoguada.

La misma sensación que sintió el 6 de diciembre de hace seis años el alcarreño Luis Monje, Jefe Dpto. Fotografía Científica de la Universidad de. Alcalá, profesor de fotografía científica, biólogo y escritor, cuando inmortalizó otra de ellas, pero mucho más lejos, en la localidad Noruega de Longyearbyen, capital del archipiélago noruego de Svalvard, “tan alejado de Dios como cercano al Polo Norte, donde la oscuridad era absoluta”.

Allí, a 1.000 kilómetros del Cabo Norte, bañado por los mares de Barents y Groelandia, en el último lugar poblado antes de llegar al Ártico, se halla, a buen recaudo, el Banco Mundial de Semillas, con el objeto de salvaguardar la biodiversidad de las especies de cultivos que sirven como alimento en caso de una catástrofe local o mundial. Y allí, en el fin del mundo, Luis comenzó su batalla personal por recoger la mejor instantánea de una aurora boreal.

Fotos: Meteosegovia.

El objetivo se su cámara le permitió hacer visible lo invisible.
“Cogí un avión y aterricé muy cerca del polo norte, paralelo 78”, recuerda. “Era noche total las 24 horas. Te dabas cuenta de que a veces veías algo pálido y era una aurora espectacular”. A simple vista, continúa, “se veían manchas claras, pero luego, bajo la perspectiva del objetivo, se apreciaba una aurora bien marcada”. Lamenta que “me fui ran al norte que las que se podían ver a simple vista iban hacia el sur; era en diciembre, pero lo ideal es en otoño o primavera”.

Aquí, en España, pasa cada 10 años aproximadamente, dependiendo de las tormentas solares y orientación de la tierra.

Fue una tarea ardua:
“Me hundí hasta la cintura, en un cementerio abandonado (imagen); vi una mancha, prolongué la exposición y capté una aurora espectacular”.
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Una experiencia –afirma- inolvidable. Sin embargo tiene una espinita clavada. Quiere volver cerca de Reykiavik (Islandia) en noviembre, porque pretende observarlas a simple vista, en todo su esplendor. “Son cortinas que caen del cielo y es un espectáculo que merece la pena”, comenta. Es un fenómeno que tiene que ver con campos magnéticos. “Pueden preverse 24 horas antes en los sitios que hay habitualmente grandes auroras que  llegan a cubrir la parte norte de la tierra, sobre todo en primavera y otoño”, describe.

En general, indica, lo primero que se necesita es ”un lugar muy oscuro, sin nubes y libre de contaminación”. Técnicamente hablando se requiere un trípode, un objetivo muy angular que coja bien horizonte norte, fuera de pueblos alejados, un carrete de ISO 800 y varias exposiciones cada vez más prolongadas”. Se trata de disparar alguna foto y mirar de vez en cuando la pantalla.
Luis Monje asegura que las auroras salen habitualmente de color verde. Sin embargo últimamente se ven muchas rojas o de un rosa intenso y es porque “el objetivo puede estar interactuando con el atardecer”.

Arcos, bandas y cortinas
Según informa la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), la aurora boreal (auroras polares del hemisferio norte) es un fenómeno de electricidad atmosférica (electrometeoro) "consistente en un fenómeno luminoso que aparece en las capas superiores de la atmósfera en forma de arcos, bandas, cortinas, etcétera".

Explica que, al contrario que los fenómenos meteorológicos habituales, se forman mucho más arriba de la troposfera, normalmente a una altitud de entre 90 y 150 kilómetros.
"Las auroras aparecen por la interacción entre el viento solar y el campo magnético de la Tierra. El viento solar es más fuerte en momentos cercanos a la máxima actividad solar, que se produce en ciclos de entre 10 y 12 años", cuenta la Aemet.

Actualmente, se está cerca del máximo de actividad solar, por lo que las auroras polares se deben a la presencia de partículas cargadas eléctricamente y eyectadas desde el sol (el viento solar), las cuales actúan sobre los gases enrarecidos de las capas superiores de la atmósfera. Así, se desencadena una tormenta geomagnética, lo que permite percibir auroras desde latitudes más bajas.