Barbecho legislativo

16/09/2016 - 20:15 Antonio Yagüe

Días de mucho, vísperas de nada. La sentencia fatalista del refranero sobrevuela estos días la Cortes, donde cada año se aprueban o reforman una media de quince leyes y treinta decretos-leyes con sus reglamentos.

 

Días de mucho, vísperas de nada. La sentencia fatalista del refranero sobrevuela estos días la Cortes, donde cada año se aprueban o reforman una media de quince leyes y treinta decretos-leyes con sus reglamentos. De aquella no tan frenética actividad, a pesar de sus envidiables vacaciones y ‘semanas caribeñas’ –de martes a jueves-, se ha pasado a un barbecho legislativo desconocido en España.
    La tarea de los llamados ‘padres de la patria’ ha devenido en algo tan poco ejemplar que, como el  padre beodo y tahúr de Dostoyevski, llena de vergüenza ajena a sus hijos. Los ciudadanos esperan que al menos se aprueben los presupuestos, para saber cuánto podremos gastar en 2017, la revisión de las pensiones, el desempleo o partidas necesarias para el día a día incluso de ayuntamientos. Y que se renueven cargos, empezando por los suyos.
    Salvo cuatro sesiones de frustradas investiduras, la mayoría de los 350 diputados han visto transcurrir 260 días sin sentarse siquiera en el escaño. Los periodistas tuvieron difícil la pasada legislatura ‘premiar” al diputado “ausente” o vago entre los 20 finalistas que, en lenguaje marinero, no dieron un palo al agua. Uno era Antonio Román. Tenía en su disculpa atender también la alcaldía de Guadalajara y la medicina. Este año lo tienen más difícil. Nadie ha formulado ni una pregunta escrita. Esta inactividad crónica ha suscitado iniciativas en las redes sociales, con centenares de miles de peticiones para que diputados y senadores cobren cuando trabajen, no ahora.
    El singobierno, con tanta elección, ha alumbrado dos nuevas profesiones: los urnistas y los urnólogos. Los primeros tendrán trabajo para reparar o reponer alguna de las 21.000 urnas necesarias en unas elecciones generales, deterioradas por tanto trajín y el mete-saca de 360 millones de sobres. Los urnólogos llevan desde el 20D tratando de explicarnos, como si fuéramos tontos, qué hemos querido decir los 36.518.100 ciudadanos al introducir o no las papeletas. Unos dicen que los españoles han querido que gobierne Rajoy, otros que él es el problema…
    El Congreso está en “pecado consensual”, como diría el cronista parlamentario Víctor Márquez Reviriego, residente  durante sus descansos en Hortezuela. A este paso, van a dejar sin trabajo a los del Boletín. Todo barbecho, como muy bien saben nuestros agricultores, puede ser la antesala del yermo.