Brihuega y la solidaridad
Quiero destacar el discreto pero importantísimo trabajo solidario que se viene desarrollando en Brihuega desde hace ya muchos años.
Son los pequeños detalles los que marcan la calidad humana de las personas y la grandeza moral de las comunidades que conforman. Esos detalles no suelen merecer la atención de los medios de comunicación ni del resto de los ciudadanos que compartimos con estas personas nuestro día a día.
Por ello, quiero destacar el discreto pero importantísimo trabajo solidario que se viene desarrollando en Brihuega desde hace ya muchos años. Me vienen a la cabeza la acogida de niños saharauis durante tantos y tantos veranos, las campañas organizadas en torno a la Navidad y tantos y tantos actos que culminaron en el derroche comunitario de solidaridad que supuso la elaboración de mascarillas para su distribución entre aquellos colectivos que las pudieran necesitar durante los momentos iniciales de la pandemia, aquellos en los que más desconocimiento teníamos de la enfermedad y en los que más difícil era conseguir equipos de protección.
Pero si ya aquella labor ya pareció destacable, quiero reconocer hoy el admirable trabajo que se está desarrollando en solidaridad con el pueblo ucraniano, por el cual se está preparando un edificio para la acogida de aquellos refugiados que puedan llegar en fechas próximas hasta Brihuega.
La generosidad de los briocenses es absoluta: la propiedad de una antigua residencia de ancianos cede el local; un nutrido grupo de personas, compuesto mayoritariamente por las mujeres que conforman la Asociación de Mujeres de Brihuega, se dedica a adecentar el local y a preparar las camas (con la lencería donada por la propia gente del pueblo); desde la gasolinera se dona gas-oil para la calefacción; otras personas tapizan sillas y otros muebles... Mil y una labores realizadas desde el anonimato, en las que son multitud las personas que han arrimado el hombre y que merecen ser reconocidas y aplaudidas.
¡¡Bravo Brihuega!!.