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El otro día un amigo me dijo que iba al dentista y yo le dije ¡enséñale los dientes! A la vuelta le dije que era un campeón y me contestó:
    No hay otro remedio. Ya lo decía don Quijote: “Porque te hago saber, Sancho, que la boca sin muelas es como molino sin piedra, y en mucho más se ha de estimar un diente que un diamante: más a todo esto estamos sujetos los que profesamos la estrecha orden de la caballería. Sube, amigo, y guía, que yo te seguiré al paso que quieres”.
    Tengo que llevar cuidado con lo que le digo porque la  próxima vez es capaz de enviarme, vía whatsapp, un capítulo entero del Quijote. Y me deja sin memoria.