Clases alta y democracia

15/08/2016 - 12:59 Jesús Fernández

La igualdad de clases sociales o de poder adquisitivo no interesa a ninguno de los partidos políticos existentes.

La  igualdad de clases sociales o de poder adquisitivo, no interesa a ninguno de los partidos actualmente existentes. Ni siquiera aquellos que se apoyan en un populismo o idealismo social para incitar a la población, presentando al capitalismo como el origen de todos los males en la sociedad.¿Quién iba a financiar, si no, los cuantiosos gastos que supone la financiación de la democracia o del Estado liberal o de bienestar? Se piensa que entre las “élites” sociales y la democracia hay una tensión permanente, No es así. Ya no hay partidos de clase,  todos se presentan como interclasistas. Cuando hablan de clase media se refieren a esa clase que van a favorecer ellos y que no tiene nada de media. Ningún partido renuncia a las clases altas. Algunos quieren reducir, otros crear dichas clases pero no suprimir. Lo importante, para los partidos de izquierda, es controlarlas pues no quieren que la aparente igualdad  de la población sea distorsionada  por la universalidad y hegemonía  de una clase social alta, al tiempo que favorecen la hegemonía, esa sí,  de la clase obrera.
    Tanto en la política como  en la economía existen las “elites”. No hay que ver más que el comportamiento de los gobernantes y de los partidos. Son los  señores feudales de nuestro tiempo. Es muy fácil y cómodo recurrir al argumento elitista para luchar contra la educación, la sanidad, los servicios sociales, la vivienda tachándola de elitista t discriminatoria si o injusta. Se confunde la igualdad del derecho a la educación con el derecho a una educación igual. La igualdad de un derecho no conduce a un derecho igual. Dígase  lo  mismo del trabajo o de la vivienda, aunque haya que salvar y  aplicar el principio de dignidad a todos.
    La llamada movilidad social nos indica que la pertenencia de los ciudadanos, de las familias, a una u otra clase cambia constantemente junto con su posición social. Hay una larga terminología para referirse a  esta “élite” como es clase política, clase dirigente, alta sociedad, círculos reducidos, ambientes exclusivos, clase privilegiada, grupos estratégicos, círculos superiores, niveles ejecutivos, clase burguesa, centros  de poder, clase empresarial. Todo esto comprende el concepto de clase alta con la que tiene que lidiar la democracia. La estructura social y la política tienen que entenderse y no combatirse mutuamente. Cuando se habla de igualdad, muchas veces nos referimos a los derechos no a las clases y los partidos políticos activos en democracia tienen que velar por  el cumplimiento de los  derechos humanos en todas las clases sociales.   
    La sociología y la política tienen que caminar unidas. Una no puede ser la destrucción de la otra. Para cambiar la sociedad (como se oye decir frecuentemente a los dirigentes políticos) no basta con el ardor y el rencor de clase que ponen algunos miembros y programas de los partidos. El rechazo no es la condición del cambio.