Con la miel en los labios

15/03/2019 - 14:22 José Serrano Belinchón

Con motivo de la trigésimo octava feria del sector, que días atrás tuvo lugar en Pastrana, es del producto estrella de la Alcarria, de lo que hoy se me ocurre escribir.

 La Alcarria es una de las comarcas castellanas que ocupa, en porciones y proporciones distintas, una buena parte del territorio propio de las provincias de Guadalajara, Cuenca y Madrid; si bien, la primera de ellas es la que se tiene como referente de provincia alcarreña propiamente dicha. Tierra castellana que, de setenta años a hoy, se hizo universal debido a un libro de viajes escrito por un Premio Nóbel que terminó sus días viviendo en ella. A don Camilo José Cela me refiero. Antes, al menos con alcance nacional, ya lo era por gracia de uno de sus productos característicos, es decir, por la famosa miel de sus colmenas, alimento de los dioses, dijo el poeta. Una de sus principales tarjetas de presentación, al margen de esa media docena de villas históricas que asientan sobre su suelo, y de los importantes acontecimientos que en ella se dieron en el correr de los siglos.
Con motivo de la trigésimo octava feria del sector, que días atrás tuvo lugar en Pastrana, es del producto estrella de la Alcarria, de lo que hoy se me ocurre escribir; a la miel me refiero, tomando como base el hecho de haber conseguido años atrás la denominación de origen “Miel de la Alcarria”, única entre ese variedad de productos similares, procedentes de otras comarcas españolas y aun de otros lugares del planeta, por extensión; sobre lo que considero oportuno y conveniente puntualizar, en un intento de concienciar a mis lectores, y a los consumidores sobre todo, tanto propios como extraños, por cuanto al consumo de la miel por los españole; pues no es de recibo que los productores de miel de la Alcarria estén descontentos, no sinrazón, porque no solo en nuestro país, sino en nuestra comunidad autónoma y aun en nuestra provincia de Guadalajara, se prefiera el consumo de mieles asiáticas, mieles chinas, mientras que una buena parte de nuestro producto continúe de un año a otro en los almacenes de sus productores, esperando el momento de su salida que nunca llega, con el correspondiente descontento del sector, obligando a los productores a desprenderse de él perdiendo dinero con relación al coste para conseguirlo.
Recuerdo con complacencia cómo un fin de semana del pasado otoño, me tocó en suerte a petición de ellos, acompañar por la Alcarria a un autocar ocupado por periodistas y escritores valencianos; cómo, tanto en Brihuega como en Pastrana, tuve que prometerles visitar alguna tienda local donde pudiesen comprar cuantos tarros de miel necesitaran, muchos de ellos también para regalo. Apliquémonos el cuento, porque la miel de la Alcarria es un poco algo de todos.