Confianza y esperanza en la Sierra Norte: un equilibrio necesario para el futuro


La Sierra Norte de Guadalajara, uno de los territorios más despoblados de nuestra provincia, representa mucho más que un espacio físico. Es el hogar de familias y empresas que, a lo largo de generaciones, han luchado por mantener vivo un modo de vida ligado a la tierra y a la naturaleza. Hoy, más que nunca, quiero expresar mi confianza y esperanza en el futuro de este territorio, aunque no podemos ignorar los grandes retos y dificultades que enfrentan sus habitantes, especialmente los ganaderos, quienes con su trabajo garantizan la sostenibilidad de estas zonas rurales.

Uno de los problemas más urgentes que debemos abordar es la proliferación del lobo en la Sierra Norte. El lobo, una especie protegida por normativas como la Ley 42/2007 del Patrimonio Natural y la Biodiversidad en España y la Directiva Hábitats de 1992 en Europa, ha generado serios conflictos con la actividad ganadera. Aunque reconocemos la importancia de proteger la biodiversidad, no podemos ignorar que el lobo representa una amenaza directa para los rebaños de ovejas y vacas, afectando gravemente a la vida de los ganaderos.

Cada ataque de una manada de lobos no es solo una pérdida inmediata de un animal, sino de toda la producción futura asociada a él: la leche, las crías, y los ingresos que esas familias esperaban obtener de su ganado. La compensación que ofrecen las administraciones, si bien es un paso en la dirección correcta, no tiene en cuenta la totalidad del perjuicio que sufre el ganadero. No se trata solo de reponer una oveja perdida, sino de valorar el impacto a largo plazo que esa pérdida tiene en la producción y en la viabilidad económica de la explotación ganadera. Este daño estructural afecta a la capacidad de los ganaderos para mantener su modo de vida y, por ende, la vida en la Sierra Norte.

Además, el problema del lobo no se limita al ganado. También está afectando a los cotos de caza, otra de las fuentes de ingresos y actividad económica en estos territorios. Las especies cinegéticas están disminuyendo debido a los ataques de los lobos, lo que compromete la sostenibilidad de un sector que es crucial para la economía local.

La solución no pasa simplemente por compensar económicamente las pérdidas. Necesitamos una estrategia que respete la biodiversidad, pero que también proteja el modo de vida de quienes habitan y trabajan en estos territorios. Es imprescindible que las administraciones trabajen, con toda la contundencia, junto con los ganaderos para encontrar fórmulas que permitan compatibilizar la protección del lobo con la protección del ganado y de la caza.

Si no somos capaces de encontrar ese equilibrio, nos enfrentamos a la posible desaparición de la vida en nuestros pueblos. Sin ganadería, sin agricultura y sin caza, la Sierra Norte se vaciará, y con ella se irá su historia, su cultura, y su esencia. No podemos permitir que eso ocurra. Debemos trabajar para que la vida en estos territorios no solo sea posible, sino también próspera, garantizando un futuro para las generaciones que aún tienen la esperanza de continuar la tradición de vivir en los lugares menos poblados..