Conocer el Ocejón

09/04/2016 - 14:18 Luis Monje Ciruelo

Quien piense que conoce el Ocejón porque ha subido al pico o ha viajado a Valverde y Galve, está equivocado.

Quien piense que conoce la zona del Ocejón porque ha subido al Pico o ha viajado a Valverde de los Arroyos y Galve de Sorbe por la cuenca de este río, estará equivocado porque le faltará rodearlo por la cuenca del Jarama, más accidentada y sorprendente aún que la del Sorbe que cuenta con la ventaja de la carretera desde Veguillas inaugurada hace unos veinte años. El sábado pasado volví a la pista forestal que lleva desde la presa de El Vado a La Vereda y Matallana, hoy algo mejorada, pero siempre difícil por sus incontables curvas y los precipicios y barranqueras que la bordean. Como esta vez he ido de pasajero he podido contemplar a gusto el impresionante paisaje por el que corre el Jarama, río que hace de divisoria entre Madrid y Guadalajara en su primer tramo. He vuelto a ver en el hondón de la cuenca, sobre un promontorio al borde del embalse, las lejanas ruinas de la iglesita del despoblado de El Vado en la que quizá ofició misa hace ocho siglos el Arcipreste de Hita, según el Libro de Buen Amor, en sus frecuentes viajes desde Bonaval a Somosierra por el paso de Malangosto. Me he limitado a verlas desde lejos pero entonces bajé y subí a pie desde La Vereda en un fatigoso recorrido por empinada cuesta de más siete kilómetros, bosque a través, superando los bancales de repoblación pinariega cubiertos de maleza. La pista forestal ofrece un espléndido paisaje hasta el Puerto de La Quesera y el Hayedo de Tejera Negra, incluyendo la media docena de aldeas a las que antes sólo se podía llegar dando la vuelta por Madrid: Bocígano, El Cardoso, Colmenar, Cabida Corralejo etc, hoy directamente comunicadas con Guadalajara por Campillo de Ranas gracias a la sinuosa y peligrosa carretera conocida como “La Muralla China” que salva el dramático paisaje de pizarras “Los Cuchillares” donde confluyen el Jaramilla y el Jarama en un abrupto desfiladero. Y todo ello entre robledales de grandes y retorcidos árboles que embebecen a los fotógrafos. Casi todo el recorrido se hace por la espalda del Ocejón, cuya alta cumbre se hallaba  ese día envuelta en nubes que probablemente estarían descargando en la cima una nevada. A todo esto las carreteras estaban concurridísimas y los miradores y pueblos de la zona llenos de coches, lo que me confirmó que una comarca a menos de una hora de Madrid tiene un envidiable futuro turístico,  ahora que la Junta de Comunidades presupuesta  ayudas para la Sierra Norte.