Cumpleaños constitucional

11/12/2016 - 12:27 Pedro Villaverde Embid

Al recordar las circunstancias en las que se debatió, lo que estaba en juego, y la cintura con la que se supo articular sus diferentes partes nos seguimos quitando el sombrero ante el sentido de Estado y la responsabilidad de las generaciones que nos antecedieron.

De siempre, cada año por estas fechas, escribimos unas líneas para festejar un nuevo aniversario del texto constitucional que se aprobó cuando nosotros éramos todavía unos niños sin conciencia alguna de la trascendencia del momento pero que ha sido el que nos ha permitido crecer disfrutando de libertad, paz, servicios y derechos. La Carta Magna, que pudimos estudiar un poco más en profundidad en los dos cursos que tuvimos como asignatura el llamado Derecho Político, permitió una transición política ejemplar y construir lo que hoy tenemos. La lectura de su articulado sigue sonando bien y muestra un documento plenamente válido y adaptado a los valores y principios que deben primar en una sociedad moderna. El acuerdo entre todos y el respeto a las diferentes sensibilidades en los modos de pensar y sentir, sin olvidar el refrendo en las urnas por parte de los ciudadanos, es la causa de que este modelo de convivencia se ajuste a lo que queremos y a lo que tienen también en el resto de países europeos. La Constitución es un capítulo brillante y ejemplar de nuestra historia contemporánea y causa de satisfacción colectiva. Al recordar las circunstancias en las que se debatió, lo que estaba en juego, y la cintura con la que se supo articular sus diferentes partes nos seguimos quitando el sombrero ante el sentido de Estado y la responsabilidad de las generaciones que nos antecedieron. Ello no quiere decir que cuarenta años después, y ya en un siglo posterior, nos cerremos en el inmovilismo. El propio texto constitucional prevé cómo hacer su reforma y en el qué cambiar es de nuevo a nosotros a quienes nos corresponde ponernos de acuerdo. Los tiempos evolucionan o involucionan, hay nuevas necesidades e incluso algunos puntos se han mostrado ineficaces o mejorables (Reforma del Senado, supresión de aforamientos, despolitización de la Justicia, primacia del varón en la sucesión de la Corona... serían aspectos a valorar).  No hay que tener temor a abordar la cuestión y sentarse a trabajar en ello sabiendo que de nuevo habrá de primar el bien común, el respeto y la tolerancia con las distintas formas de pensar o sentir y la necesidad de un amplio consenso, pues sólo éste puede garantizar la durabilidad de lo que se pacte. Las normas han de adaptarse a los cambios sociales, pero la esencia de la Constitución  sigue siendo inalterable.