De Algar de Mesa al éxito: la vida de Jesús Escolano

30/09/2021 - 18:30 Mónica Tovar Atance

El martes recibió la Medalla de la Guardia Civil como reconocimiento a su trayectoria profesional

En Algar de Mesa, un pequeño pueblo de la comarca de Molina de Aragón, pero muy cerca de la provincia de Zaragoza, comienza la vida de Jesús Escolano Cebolla, un hombre inteligente, sencillo, muy humano, serio, con principios muy firmes, reconocido profesional, amigo de sus amigos, muy familiar, gran amante del campo, de su pueblo y, sobre todo, muy devoto de la Virgen de los Albares. Un hombre que se ha ganado, y se sigue ganando, el cariño y el respeto de cuantos le conocen tanto en el ámbito personal como profesional, y que deja una huella imborrable. Por su valía personal y profesional, Jesús Escolano recibió el martes la Medalla de la Guardia Civil con motivo del 12 de octubre, en reconocimiento a toda una vida de trabajo y buen hacer. El acto, que tuvo lugar en las Torres Negras de Caixabank, en Barcelona, resultó muy emotivo.


    Jesús Escolano nació el 11 de enero de 1942 en este pueblo bañado por el río Mesa. Fue el cuarto hijo de los cinco que tuvo el matrimonio formado por Pedro y Luisa. Su vida transcurrió feliz en su pueblo, junto a sus hermanos, Vicente, Evaristo, Faustina y Dorita, y en él cursó sus primeros estudios. Era un niño travieso e inquieto, pero muy inteligente y que se hacía querer. Los maestros enseguida se dieron cuenta de ello y así se lo hicieron saber a sus padres, que hicieron todo lo posible para que siguiera estudiando. Su padre trabajaba en el campo y tenía ovejas, y su madre era ama de casa, pero hacía de todo, incluso de enfermera.     


    Así que con 12 años Jesús se fue a Zaragoza a estudiar 1º y 2º de Bachillerato, y posteriormente a Sigüenza a cursar el Bachillerato Superior. Sus buenos resultados académicos  le abrieron la puerta a continuar su formación, en 1960, en la Academia Izquierdo de Calatayud, donde preparaban a los que tenían las mejores notas para trabajar en los bancos.
    Su primer destino laboral fue el Banco Vizcaya en Barcelona, que le coincidió también con el servicio militar, en esta misma ciudad. Concretamente empezó la mili el 6 de marzo de 1964 en el Regimiento, Numancia 9 Cuartel Gerona, en la calle Lepanto.


    En 1966 se fue a Madrid al Banco Atlántico y en diciembre de 1968 se casó con su mujer, Genoveva Vilasis. Con ella tuvo tres hijos: Pedro –casado con Laura–, Jesús –casado con Roser–, y José –casado con Sandra–; y ahora disfruta de sus cuatro nietos. Jesús formó una gran familia junto a su mujer, con la que vivió un matrimonio feliz y compartió el amor por su familia y por su pueblo, hasta que ella falleció en 2012.


    Tres años después de su marcha de la Ciudad Condal, en 1969, volvió ya con destino fijo al Atlántico de Barcelona, donde se hizo cargo de Extranjero y de Riesgos. Fue aquí donde conoció a Isidro Fainé, el que fuera presidente de La Caixa hasta 2016, y desde entonces se fueron siguiendo y se han convertido en buenos compañeros y amigos.


    En 1981, Jesús Escolano se fue a Caixa Penedés y en 1985 a La Caixa –hoy Caixabank– donde el año pasado cumplió 35 años de trabajo. Siempre ha estado en Riesgos, préstamos a grandes empresas, y también en Extranjero y Morosidad, y actualmente es el presidente de la Comisión de Créditos del Banco.


    Detrás de esta trayectoria laboral, que ha desarrollado con gran inteligencia, hay mucho estudio, pues Jesús  no ha dejado de formarse.

 

Comprometido con su pueblo
Su carrera profesional se ha desarrollado íntegramente en Barcelona, pero no por ello se ha olvidado de su pueblo. Él salió de su pueblo, pero su pueblo no salió de él. Lo ha llevado siempre consigo, tanto cuando tuvo que marcharse siendo aún un niño, como cuando fue convirtiéndose en un gran profesional. Siempre ha mantenido ese deseo de volver al pueblo que le vio nacer, en el que están sus raíces, parte de su familia, sus amigos y sobre todo, una parte de sí mismo, de lo que es. Ese amor por su pueblo lo ha sabido transmitir a su familia, primero a su mujer, que se integró muy bien en Algar y era una más, y después a sus hijos.


    Siempre intenta escaparse al pueblo tres o cuatro veces al año y es que Algar le ha aportado sus  grandes pasiones: el campo, su deseo de tener un huerto y un rebaño de ovejas.


    Y es que Jesús Escolano es un hombre comprometido con el pueblo que le vio nacer. Siempre intenta  ayudar en gestiones varias, sobre todo en temas administrativos; y hacer donaciones para la iglesia del pueblo, ya sea para llevar a cabo reparaciones o como ofrendas a la Virgen de los Albares, a la que profesa una gran devoción, y a la que le regaló un manto como agradecimiento. En 2018 también donó varias coronas a la Virgen, con las que fue coronada en una ceremonia muy emotiva. De ahí que una de sus visitas imprescindibles al pueblo cada año, hasta la llegada de la pandemia, fuera el segundo domingo de septiembre, en el que celebran su fiesta. En este día no faltaba la misa de Pío X, en latín, muy admirada por Jesús Escolano, y la banda de música.  

  
    Escolano siempre ha estado muy arraigado en Algar de Mesa donde tiene parte de su familia y también muchos amigos. En el pueblo reside su hermano Evaristo, que continuó con las labores del campo, igual que hacía su padre. Su hermana pequeña, Dorita, también vive en el verano allí, aunque tiene su residencia habitual en Calatayud. Su hermano mayor, Vicente, se fue a Madrid; y Faustina es religiosa de la Caridad de Santa Ana, en Barcelona.


    Su punto de encuentro es la casa de sus padres, donde se siguen juntando todos los hermanos en verano. Los cinco están muy unidos y orgullosos de Jesús, “porque ha sido un buen hijo y es un buen hermano”, apunta su hermana Dorita, con mucha emoción y orgullo. Ella y Jesús son los hermanos pequeños y están muy unidos. Recuerda que cuando era pequeño era travieso y a ella le hacía “mucho de rabiar” y se peleaban, aunque se querían mucho.


    Dorita tiene claro que su hermano Jesús ha sido un “superdotado”. Recuerda que cuando estaba estudiando fuera, en mayo ya volvía al pueblo con las vacaciones de verano. “No le hacían ni exámenes. Solo tenía sobresalientes y matrículas de honor”, dice. “Llegaba al pueblo y él se ponía a trabajar, porque mis padres eran labradores. Se ponía su sombrero y se iba a la huerta a regar, y con mi otro hermano, al campo con las ovejas”. Y así hasta que a los 18 años se fue a Barcelona. “Siempre estudiando, le gustaba”. Cuando estaba soltero iba al pueblo y cuando se casó y tuvo a su familia también. El verano, las Navidades y Semana Santa eran citas ineludibles para visitar a sus padres.


    Dorita recuerda que sus padres se sentían muy orgullosos de Jesús. “Siempre estaba estudiando y mi madre le decía, pero hijo, déjalo ya que te vas a volver loco; pero era su vida”. Asimismo, apunta que todos los hermanos estaban muy orgullosos de sus padres, por cómo los criaron y los educaron. “Mis padres eran muy trabajadores y nos enseñaron eso, a ser trabajadores y honrados y a querer a la gente. Mi madre, aunque era una señora de pueblo, era muy inteligente. Nos enseñaron buenos principios y modales, a tratar bien a la gente, sobre todo a la gente mayor, y lo hemos aprendido”, reseña Dorita con orgullo.

 

Sus amigos del pueblo
Jesús Escolano, como buen niño, tenía muchos amigos que aún hoy conserva. Entre ellos está Primitivo Lázaro, marido también de su hermana Dorita. Ambos han vivido multitud de experiencias juntos. “Nos hemos criado juntos”, dice Primitivo, aunque él es más mayor. Este trabajaba en la central eléctrica de Algar de Mesa y periódicamente tenía que ir a Ariza a entregar los resultados. En una ocasión recuerda que Jesús se fue con él a Ariza, se compró una bolsa de un kilo de caramelos, estuvo todo el viaje de vuelta al pueblo comiéndoselos y a él solo le dio uno, rememora entre risas. En esa pasión que siente por el campo también cuenta que una vez se fue con su padre a las colmenas, pero no llevaba el traje completo de apicultor, el velo lo llevaba pegado a la cara y le picaron más de 50 abejas. Se dieron un buen susto.Y tanta picadura le dio reacción, tuvo que estar en cama, porque le dio fiebre, pero aún así, Primitivo le tenía que llevar botes de zánganos para que los viera.


    También cuenta cómo cuando venía de vacaciones, Jesús se iba a regar la huerta y por el toque de las campanas sabía quién era el párroco que iba a decir la misa. “Siempre lo hemos pasado muy bien. Nos juntábamos en la central, pescábamos, cazábamos... y él siempre se ha portado muy bien”, dice Primitivo, orgulloso y alegre de recordar los buenos momentos que vivieron en la niñez en su pueblo.  


    Otro de sus amigos de la infancia es Pedro Larrad. Este nació en Villel de Mesa, pero su abuelo era de Algar y además su padre era panadero, con lo que en Algar le conocen como un hijo más. Fraguaron su amistad de niños y la han mantenido de adultos. Larrad recuerda cuando se bañaban juntos en el canal del pueblo, cómo inició su camino en la banca y, sobre todo, el amor de Jesús a su pueblo y a las personas y que es, dice, “todo el que le puedas añadir”. Pedro –diácono de la Diócesis de Barcelona– suele definir de forma muy elocuente la relación tan poderosa que las personas establecen con sus pueblos y, por tanto, también Jesús: “Cuando uno sale del pueblo deja allí el espíritu, y la carne y el cuerpo son los que se trasladan; cuando vas al pueblo te unes al espíritu y es entonces cuando te encuentras como eres”. Larrad tiene claro que en estos pueblos “reina la bondad”.


    Pedro Larrad ha compartido con Jesús muchos momentos importantes, como también lo hizo Enrique Herranz, el que fuera párroco de Villel de Mesa durante 51 años, que falleció en un accidente de tráfico en 2013, a los 81 años, y que también era muy amigo de la familia.


    Pepe Esteban es también uno de los mejores amigos de Jesús. Se conocieron en el año 60 en la Academia Izquierdo de Calatayud, y tras unos años sin tener noticias el uno del otro volvieron a reencontrarse cuando los dos eran jefes de Exportación, él en el Banco Unión y Jesús en el Banco Atlántico, y volvieron a retomar su amistad. “Es de los pocos bancarios que quedan en España, que sepan de banca, no banqueros; que sepa conocer al cliente, que sepa tratarlo” y además, continúa, “que tiene una memoria prodigiosa, que es enemigo de la modernidad y de las máquinas, él es amigo de los papeles, de la cabeza. Es un hombre intachable en el trabajo que ha llegado a ocupar puestos importantísimos en la banca y en La Caixa”. Así de contundente y orgulloso habla Pepe Esteban de su amigo Jesús Escolano.


    Pepe recuerda con cariño y entre risas una frase habitual de Jesús como jefe de Riesgos cuando le traían una operación: “No lo veo”. Y advierte que “casi nunca falla”. “Es un experto en Riesgos y en conocer a los clientes, y sigue siéndolo”, advierte. Deja claro que es “muy riguroso en las relaciones comerciales” y asevera que “su vida sigue siendo la banca”.


    Ambos son muy amigos, pero no por ello dejan de un lado cierto pique cuando hablan de sus pueblos, del río Mesa y de la Virgen de los Albares. Esteban es de Nuévalos, una localidad muy próxima a Algar, pero situada ya en la provincia de Zaragoza, al lado del Monasterio de Piedra. Y se da la circunstancia que allí también veneran a la Virgen de los Albares, igual que en Algar.


    Por supuesto que ambos conocen los respectivos pueblos y su amistad se mantiene inquebrantable. “Los dos hemos seguido trayectoria en el banco, hemos acabado en Barcelona  y la tierra nos sigue tirando un montón. Defendemos la tierra en la que estamos, que también se lo merece. Ni todo es blanco ni todo es negro”, advierte Esteban.


    Pepe habla con mucha alegría y sinceridad de su amigo, con ese acento maño característico, que hace aún más entrañables sus palabras: “Sin ser catalán, Jesús ha ocupado puestos importantes en entidades catalanas. Esto da muestra del mérito que tiene. Es un castellano de pura cepa”, concluye Pepe Esteban orgulloso.
    


 

Amistad en Barcelona
Durante su vida en Barcelona, Jesús Escolano ha sumado amigos, muchos de ellos en la que sigue siendo su empresa: Caixabank. Allí ha conocido, entre otros, a Narciso Guillén. Se conocieron en los edificios de La Caixa hace muchos años. Él estaba como empleado y Jesús se incorporó como director de Riesgos.  Narciso es muy claro y contundente al hablar de la trayectoria laboral de Jesús: “Todas sus actuaciones laborales y a nivel profesional han sido excelentes, de ahí que desde aquella fecha y hasta el presente, su ojo óptico haya analizado centenares de expedientes de riesgos económicos y otro tipo de riesgos excesivamente sensibles. Creo que ha sido excelente toda su vida profesional. No solo lo digo yo, sino que queda avalado por quienes fueran en cada momento los presidentes y directores generales de La Caixa, actualmente Caixabank. Una persona puntera en este sentido, con un sexto sentido de difícil imitación. Al segundo lo dejaría a una notable distancia”. Y añade que “es una persona muy profesional dentro del análisis puntual de riesgo, que hacía prácticamente los expedientes lo más complicados posibles, pero de ahí que el resultado final, incluso fuera de su vida laboral o edad biológica laboral, es que sigue colaborando con Caixabank dentro de la dirección política de la determinación de riesgo económico de inversiones”.


     Narciso asegura que, para él, Jesús Escolano es “una entrañable persona”, a la que aprecia en todos los sentidos y que, a su juicio, tiene todas las virtudes: “Es terco, serio, profesional y donde dice que va, va”. Y concluye insistiendo en que ha sido “un gran profesional. Apreciado por los presidentes y directores generales”.


Mercedes Novillo es otra de sus amigas. Se conocieron a finales de los años 80 trabajando en La Caixa y confiesa que ya desde el inicio “el hablar con él y el trato fue fantástico”; y a nivel profesional dice que “es alucinante ver su inteligencia, sus razonamientos, sus grandes dotes y posibilidades, y sus enseñanzas”. Mercedes advierte que no es una alabanza, sino que es la realidad, pues se sorprenden de ver cómo a su edad, a nivel profesional, mantiene tan buena cabeza y razonamientos.


Asegura que como jefe es una persona “ecuánime, justa, razonable, amigo... ” y que desde el primer momento el trato ha sido paralelo y se ha convertido en un referente, no solo para ella, sino para otros compañeros también, a la hora de pedir consejos, no ya solo del ámbito laboral sino personal.


“Sigue siendo mi jefe, y lo será toda la vida, pero independientemente de lo puramente laboral es entrañable, cariñoso y te riñe tanto a nivel personal como profesional cuando lo tiene que hacer, desde el cariño y de forma merecida”, explica Mercedes, locuaz y contenta de poder hablar de Jesús, del que añade que también es “tozudo”.


 Esa relación de amistad que comenzó hace más de 30 años se mantiene muy viva, pero Mercedes confiesa que tiene una asignatura pendiente con Jesús: visitar Algar de Mesa. Y más aún cuando ella es de un pueblo de Toledo y su marido de uno de Guadalajara, pero se fueron a Barcelona cuando eran muy pequeños y no han vuelto. Entre risas, Mercedes cuenta que cada vez que habla con Jesús le recuerda que aún no ha ido a su pueblo y que es una  “desarraigada”, por no conocer la tierra en la que nació.


Luis Cabanas es otro de los amigos que Jesús conoció en Barcelona cuando ya trabajaba en La Caixa, y desde el inicio de la conversación deja clara la admiración que siente por Jesús. Tal y como explica, se conocieron cuando La Caixa compró el Banco Herrero en el que él trabajaba. “Yo estaba en el mundo de Empresas y él era el director de Riesgos de la entidad. Entonces, desde el primer momento supe que era una persona de referencia en la organización y que si quería seguir funcionando en esta organización tenía que ganarme su confianza”. Y así lo hizo, a través de un amigo que tenían en común, Jaime García Blasco, que hizo de introductor, Luis Cabanas y Jesús Escolano empezaron a fraguar una amistad “muy alta”.     


Explica que han seguido trabajando mucho juntos y que a lo largo de estos años han conocido a sus respectivas familias. Se conocen bien y por eso no duda en afirmar que “es una persona de referencia en el ámbito profesional y también en el familiar y personal. Es una persona de unas convicciones profundísimas, y que cuando te introduce en su círculo de amigos, además de sentirte orgullosísimo, es una forma de aprender todos los días”. Y sobre todo destaca sus principios. “Es una persona extrañamente de principios en este mundo que vivimos”, dice orgulloso.


    Luis es madrileño y gracias a esa relación con Jesús ha conocido también Algar de Mesa. “La cascada, el cañón del río Mesa hacia Nuévalos (Zaragoza)..., y Jesús conoce cada piedra, cada huerta, lo que hacían en esa zona, mil cosas, ...”, señala aludiendo a esa pasión que siente Jesús por su pueblo y por el campo.


Aquel niño que salió de Algar de Mesa se ha convertido en un referente personal y profesional, muy admirado, respetado y, sobre todo, muy querido entre los  que lo  conocen. Sin duda, el mayor éxito de Jesús Escolano Cebolla.

 

Isidro Fainé, presidente de la Fundación Bancaria ‘La Caixa’ asegura que Escolano es “una figura irrepetible”

El expresidente de La Caixa y actual presidente de la Fundación Bancaria ‘La Caixa’, Isidro Fainé, ha compartido y comparte trabajo y amistad con Jesús Escolano, al que dedica estas palabras:
    “Es un auténtico placer para mí referirme a Jesús Escolano, aunque sé con certeza que van a quedar muchas cosas en el tintero, pues son muchas las virtudes que posee y muy grande el afecto que siento por él.
    Le conozco desde hace casi 50 años. Concretamente, desde 1973, cuando a mi regreso de una experiencia profesional en el Banco Asunción de Paraguay, me incorporé al Banco Atlántico como subdirector. Él estaba entonces en la oficina de Las Ramblas, que era de las más importantes de la entidad, llevando el servicio de Extranjería.


    En este medio siglo, Jesús siempre ha demostrado ser un trabajador infatigable, con una memoria sin igual, una capacidad de análisis infalible, una gran intuición y un ejemplar espíritu de servicio. Sin olvidar su gran liderazgo y popularidad, fruto de su personal trato con sus colaboradores y compañeros.
    Pero más allá de sus capacidades profesionales, siempre han sido los valores personales de Jesús los que más me han admirado. Su lealtad, su bondad, su sensibilidad, su elevado nivel de autoexigencia, su discreción, su generosidad, su honestidad sin límites y el tremendo amor a su familia.
    Todos estos valores hacen de él una figura irrepetible, no solo para “la Caixa”, sino también para todos los que tenemos la enorme suerte de conocerle.
    Me siento verdaderamente afortunado de haber trabajado con él, y de poder contarle entre mis amigos”.