Democracia de los ausentes

06/06/2016 - 14:15 Jesús Fernández

No es lo mismo democracia de los ausentes que ausencia de la democracia. Estamos ya en plena época postdemocrática.

Que no es lo mismo que la ausencia de democracia. Estamos ya en plena época postdemocrática. Al único sobrepaso o adelantamiento que hay que temer es al rebasamiento o sobreseimiento de la democracia producida por fuerzas o  movimientos laterales de raíz o inspiración totalitaria. A esto llaman los autores una época postdemocrática como lo hace el sociólogo inglés Colin Crouch en su conocida  obra sobre este tema. Permanecen formalmente las instituciones democráticas para blanquear o legitimar decisiones pero dichas  decisiones se toman en otros espacios o grupos de presión. Las instituciones son  las mismas pero cambian de valor y contenido, arrastradas por los llamados antisistema, de una parte, y por los que no creen en él, de otra. Lo más peligroso es una democracia sin normativa, permisiva y revolucionaria  frente a la ordodemocracia.
    La democracia en occidente ha pasado a ser un ritual y se ha convertido en algo vacío que no atrae ni fascina como antes a los ciudadanos. La democracia actual no vive sino que sobrevive. Está muy pacifista y se ha apoyado en el Estado protector quien  ha hecho que la democracia esté adormecida. El paternalismo liberal. Dentro de esta política postdemocrática, el Estado ha renunciado a  toda lógica matemática y lo remite todo a una vaga rentabilidad social para justificar gastos y partidas en las prestaciones  sociales sin control. Esto es un engaño pues, al principio o al final, son los ciudadanos quienes “pagan” esos servicios sociales. La democracia de la libertad no está reñida con la contabilidad ni con la disponibilidad de recursos a no ser que se recurra a la sublimación de la deuda hasta que no se pueda pagar.
    Democracia de impresión frente a  democracia de intención.  Algo ha cambiado en ella. La primera es la del disgusto de la población, el desencanto y abusiva. La segunda es la democracia correctora o complementaria. Aplicando el método hegeliano de tesis, antítesis y síntesis, la postdemocracia es  el momento de síntesis. Los tres tiempos del poder: Poder del Estado, contra-poder de la subversión y sin-poder del pueblo. Poder sin pueblo, pueblo sin poder. Frente a la estrategia de minorías radicales o radicadas, hay que oír el sentido común de ese ciudadano  ausente pero determinante de la democracia.
    El Estado es insuficiente. Por mucho que lo intente, no puede llegar a todo el primero o al mismo tiempo. Sólo caben dos soluciones: o extender y multiplicar la existencia de líderes y partidos o acudir y estimular la participación de grupos y sociedad civil menos inducida o dirigida por la opinión. Hay que cambiar el funcionamiento de los partidos, de sus intereses en su financiación y funcionamiento. El pueblo ausente tiene su culpa pues no exige con fuerza suficiente este cambio y sigue avalando la inmoralidad de sus dirigentes. La razón es la gran ausente de esta democracia.