Desconfianza

10/04/2015 - 23:00 Javier del Castillo

A la vista de los últimos indicadores económicos, nadie puede negar que España está mucho mejor que cuando el PP llegó al gobierno. Mucho antes de que aparecieran los partidos emergentes, y mucho antes de que Rosa Díez fuera desplazada del escenario político por Albert Rivera, el propio Mariano Rajoy, tranquilo donde los haya, confiaba a sus colaboradores más cercanos algunas dudas a la hora de aceptar o no ser rescatados, como Grecia, Portugal o Irlanda. Sin embargo, la salida de la crisis no parece garantía suficiente para mejorar en las encuestas. El primer aviso lo ha dado Andalucía, donde han perdido 17 diputados. Sí, ya sé que esa comunidad es feudo socialista desde hace más de treinta años, pero la debacle se ha producido después de asistir a casos de corrupción consentidos desde la propia administración andaluza. Por mucho que se insista desde Genova sobre el buen trabajo realizado durante los últimos tres años, lo cierto es que no amainan los reproches ni las críticas a su estilo de gobernar. En la Junta Directiva – donde ninguno de los seiscientos asistentes tuvo a bien pedir la palabra – Mariano Rajoy se limitó a reclamar unidad y disciplina, “sin perder el tiempo con asuntos que solo interesan a veinticinco”. Ni el más mínimo asomo de autocrítica. Las peleas internas de las últimas semanas o las filtraciones sobre la continuidad de María Dolores de Cospedal al frente de la secretaría general se aplazan. ¿Hasta cuándo? Pues por lo menos hasta conocer los resultados del PP en las próximas elecciones autonómicas y municipales. ¿Dejará Cospedal la secretaría general, si revalida como presidenta de Castilla-La Mancha? Ésta es la pregunta del millón. Por el momento, tranquilidad y buenos alimentos. Hay mucho que perder y poco que ganar con este ajuste de cuentas. Demasiados cargos en peligro como para intentar moverle ahora la silla a quien, por otra parte, puede presumir de haber sido la primera dirigente del PP que ha logrado ganar a los socialistas en Castilla-La Mancha. Aunque en el partido del Gobierno no necesiten enemigos fuera, pues algunos están ya dentro, sería un tremendo error cambiar de caballo en medio de la carrera. Y, me temo que, les guste o no a los derrotados andaluces, habrá Cospedal para rato.