Día Nacional de la Nutrición
El agua es el componente mayoritario de nuestro cuerpo humano, protege nuestro cerebro y articulaciones...
Es el componente mayoritario de nuestro cuerpo humano, protege nuestro cerebro y articulaciones, transporta los nutrientes a las células de nuestro cuerpo, retira las sustancias de deshecho y regula nuestra temperatura corporal. El agua es un pilar esencial en la estructura de nuestra alimentación diaria, y hoy, Día Nacional de la Nutrición que este año comparte el lema “Hidratación también es salud”, merece reflexionar sobre su estrecha relación con la nutrición como fuente y garantía de bienestar.
Por todos es sabido que de forma general “debemos beber al menos 2 litros de líquido diarios”, ya que la cantidad de agua que elimina nuestro organismo cada 24 horas debe ser restituida. En nuestra rutina alimentaria diaria, no es recomendable esperar a tener sed, pues esa sensación denotará un déficit de agua interno que podría afectar al funcionamiento normal de nuestro organismo. Con la pérdida del 1% del agua corporal total, ya aparece la sensación de sed, y está clínicamente demostrado que una disminución del 2% reduce el rendimiento y la función mental, además de aumentar el ritmo cardiaco y aparecer dificultades en el mantenimiento de la presión arterial. Un 4% de pérdida es ya un claro factor de riesgo, y la falta del 10-15% del agua corporal total puede poner en peligro nuestra vida.
Es importante tener en cuenta que la hidratación no solo la encontramos en el agua, sino en un amplio abanico de alimentos de nuestra Dieta Mediterránea con un alto contenido en la misma. Caldos, sopas, verduras, frutas, zumos naturales, batidos, leche, bebidas vegetales,… son aliados para un correcto equilibrio hídrico y contribuyen a alcanzar la cantidad diaria recomendada.
Si bien se recomienda que la ingesta de líquidos se reparta de forma equitativa a lo largo de todo el día, hay tres situaciones concretas en las que hay que prestar una atención especial a la hidratación.
Es importante beber la cantidad de agua adecuada cuando hacemos un esfuerzo mental, tal como estudiar o trabajar. El cerebro recibe un 20% del total del flujo sanguíneo, y si nuestro cuerpo está deshidratado, el volumen de sangre, incluida la que alcanza el cerebro, se verá reducida. Además, existen evidencias científicas que corroboran que proporcionar a nuestro organismo la cantidad adecuada de líquidos reducirá la gravedad del dolor de cabeza, del cansancio y de la pérdida de concentración.
La deshidratación que se produce durante la realización de ejercicio físico debe prevenirse ingiriendo la suficiente cantidad de bebidas, antes, durante y después del esfuerzo. El rendimiento físico tiende a disminuir cuando la falta de líquidos supera un 1-3% del peso corporal, por ello, es conveniente realizar el ejercicio a primera hora de la mañana o última de la tarde para evitar un aumento excesivo de la temperatura corporal causado por una reducción de la sudoración y del flujo sanguíneo, inducido por la deshidratación.
En tercer lugar, cuando conducimos, al encontrarnos en un espacio cerrado donde suele elevarse la temperatura, podemos experimentar un exceso de sudoración que implicará grandes pérdidas de agua y sales minerales, incluso con aire acondicionado si se trata de trayectos largos. Así, las bebidas sin alcohol durante el viaje nos ayudarán a reducir la fatiga en carretera.
Debemos tomar líquidos no solo fuera de las comidas, sino también durante las mismas, pues no hay evidencias científicas fiables que sostengan que beber mientras se come hace engordar. De hecho, encontramos en el agua a un gran aliado para evitar el aumento de peso, ya que durante la ingesta de alimentos impide que nos excedamos en calorías, contribuyendo en la ocupación del estómago.
Lejos del faso mito que apunta a que beber mucho agua causa retención de líquidos, lo cierto es que nos ayuda en la eliminación de toxinas. Por el contrario, una carencia en la hidratación ocasionará que nuestro cuerpo almacene más agua si cabe, pues ante la ausencia de la cantidad suficiente, comenzará a acumularla al atravesar una situación de escasez.
Hidratación y nutrición deben ir dadas de la mano en el camino hacia el bienestar general de nuestro organismo. Fuentes de salud, el agua y los alimentos propios de la Dieta Mediterránea siempre deben bailar al mismo son y con el mismo protagonismo en nuestra rutina alimentaria, pues es su equilibrio y complementariedad lo que nos garantiza haber optado por la fórmula nutricional correcta y apta para todas las etapas de la vida.