Dulces artesanos y de toda la vida en el obrador y cafetería La Cuesta de Hita

27/07/2021 - 16:35 E. Hatamoto

De los de toda la vida. Esos son los dulces artesanos que podemos encontrar en el obrador -también cafetería- La Cuesta, en Hita (Guadajara). Hechos con mucho amor y con recetas de antaño gracias al cuidado y al boca a boca de madres, hijos, vecinos o amigos, han permitido a su propietaria, Loles, hacer uno de sus sueños realidad.

“Que la gente se lleve productos del pueblo y que pruebe la artesanía de antes” ha sido la principal motivación de esta valiente emprendedora y conocedora del mundo del turismo en el ámbito rural. 

Lo que comenzó como “el arreglo de un pequeño corral donde mi padre guardaba el ganado” hace ya más de 15 años, recuerda Loles, se convirtió en un local de venta de dulces y obrador, que acabó cambiándole la vida. 

Pero la aventura no terminó aquí. El éxito de sus productos -ojo, remarca, no son pasteles, sino dulces artesanos- hizo que Loles ampliase su negocio con una zona de bar-cafetería, que hoy se ha convertido en un punto de reunión social para vecinos e incluso visitantes. “El turismo en Hita proviene mucho de Madrid”, afirma Loles. 

Entre sus productos encontramos orejones, rosquillas, mantecados y uno de los más demandados, los “bollitos de limón”, explica la propietaria de La Cuesta, quien comenta que “no he encontrado algo parecido en otro sitio”y que “a la gente le gusta mucho”.  La dueña del obrador asegura que lo suyo no es una especialidad “sino varias”. Y aunque se trata de productos de sobra conocidos, no cabe duda de que el toque que Loles ha conferido a sus dulces  los ha hecho más especiales si cabe.  “Mucha gente de Madrid viene a tomar café y a comprar las magdalenas”, señala Loles. 

Lo mejor de sus productos, que no llevan conservantes. Su propietaria explica que, en el caso de las magdalenas, éstas pueden durar hasta “un máximo de 15 días” en buenas condiciones. “Luego estarán ricas pero un poquito más duras”, indica Loles. 

Del resto de bollitos asegura que pueden aguantar hasta dos meses incluso. Consciente de la importancia de la calidad de sus ingredientes y el buen hacer de su trabajo, esta empresaria ve reflejados los frutos de su esfuerzo en casos como los de algún vecino “con el estómago delicado” que compra sus magdalenas “porque sí las toleran”.

“Son productos típicos, magdalenas, mantecados, etc. Son cosas que he visto hacer siempre en mi casa”, rememora Loles. “En el pueblo había un horno de pan y las personas podían amasar sus dulces de casa y llevarlos a hacer al horno. Se hacían bollitos de limón, tortas de aceite, mostachones, etc. Mi producto es eso”, detalla la propietaria de La Cuesta. 

Los dulces que de allí salen están hechos “uno a uno” y de forma totalmente manual. Loles únicamente dispone de la maquinaria necesaria para amasar y hornear. “Todo lo demás es manual: con mi rodillo, con mis moldes, totalmente casero”, asevera la dueña del bar-cafetería.

Nuevas tecnologías

Tras el impacto de la pandemia, donde Loles reconoce que “ha sido un tiempo muy raro, donde yo  podía vender,  al tener panadería y dulces pero al no haber turismo, no venía nadie”, la dueña de La Cuesta se encuentra totalmente volcada en la adaptación de su empresa a las nuevas tecnologías y renovación de imagen de marca. 

Con la ilusión de centrarse en el obrador, ahora trabaja de lleno en la creación de una página web para septiembre, desde la que poder ofrecer  venta online. La idea es poder expandir el negocio más allá de la comarca, incluso, poder aceptar pedidos encargo que aunque ahora son de carácter puntual tienen grandes posibilidades de incrementarse. 

Su buena mano con la repostería ha hecho que más de una vez sus clientes alargasen el café de primera hora de la tarde -acompañado, cómo no, de unos de sus deliciosos dulces- a una cerveza hasta última hora en  el bar. Y eso que la ubicación empinada del bar y obrador no juega precisamente a su favor. “A Hita han venido muchas excusiones organizadas. Ese día bajo con mis productos a la plaza -porque sé que cuesta subir hasta aquí- y la verdad que los he vendido muy bien”, comenta graciosamente su dueña, añadiendo que esta ubicación y la Virgen de la Cuesta, patrona de Hita, fueron las que dieron nombre al obrador. 

Aunque ya han pasado años, Loles no olvida con un inmenso agradecimiento el papel fundamental que la Asociación Para el Desarrollo de la Alcarria y la Campiña (ADAC) jugó a la hora de ayudarle a que su sueño fuera una realidad.

“Siempre han estado ahí, me ayudaron a hacer todo el proyecto”, destaca la dueña del obrador, cuyo presupuesto ascendió a un total de 108.000 euros, de los que un 33% provinieron de ADAC, enmarcado en el Programa de Desarrollo Rural (PRODER) 2004. “Lo mejor es que ayudan a que la gente que intenta hacer cosas en el mundo rural salga adelante”, elogia Loles.