El aplauso a los investigadores
Debemos valorar en su verdadera dimensión la importancia de la investigación en la que hoy fijamos nuestras esperanzas.
Estamos en la séptima semana de confinamiento y son variadas las soluciones adoptadas para hacer frente a la pandemia. Suspender todo tipo de actos públicos, limitar la movilidad, utilizar elementos de protección individual, fijar el distanciamiento físico respecto a las demás personas, ahondar en la higiene de manos, la desinfección de espacios públicos, la mayor limpieza de los hogares y lugares de trabajo… Nuestros hábitos están cambiando para frenar la propagación del virus, extremando medidas de precaución que se alargarán más allá de la salida del estado de alarma, durante el tiempo de la desescalada, en concreto hasta que tengamos la medicación o vacuna para curar la enfermedad, que es el único remedio definitivo. A partir de ese momento aprenderemos a convivir con el Covid-19 como lo hacemos con otros tipos de virus. Cabe recordar que la gripe A causó la muerte de 550.000 personas en el mundo mientras que, oficialmente, el coronavirus apenas supera los 200.000. La alarma acabó cuando la comunidad científica lo resolvió vía vacuna. Podremos controlar la expansión, curar a los contagiados aunque no sea con un tratamiento específico y resolver las consecuencias económicas del desastre mediante acuerdos políticos- y no son temas menores- pero el carpetazo vendrá de la mano de los investigadores que en laboratorios de todo el mundo trabajan experimentando, analizando, aplicando sus conocimientos, en busca del antídoto. En este sentido hemos sabido que Liconsa, desde su planta en Azuqueca de Henares, está fabricando Ivermectina, un antiparasitario que ha demostrado una cierta eficacia contra el coronavirus. Debemos valorar en su verdadera dimensión la importancia de la investigación en la que hoy fijamos nuestras esperanzas, plantearnos su mejor financiación a través de los presupuestos y otros convenios o ayudas (muchos están ahora haciendo donaciones), e impulsar un mayor reconocimiento social pues como actividad no productiva en el inmediato plazo parece tarea secundaria siendo fundamental. Al aplaudir al personal sanitario y a quienes están en primera línea contra la enfermedad no olvidemos a los científicos y a las empresas del sector que serán quienes derroten de manera concluyente al virus que está causando estragos en nuestra existencia.