El 'botellón' como enemigo público

10/08/2020 - 13:02 Redacción

 Como sociedad debemos tener tolerancia cero, en general, pero sobre todo mientras dure la crisis sanitaria con este tipo de ocio.

La reunión de grupos numerosos de jóvenes en la calle para beber alcohol y divertirse ha causado siempre problemas de convivencia, seguridad y limpieza, con daños incluidos, en ocasiones, al mobiliario urbano, siendo muchas las localidades que regulan la práctica en ordenanzas municipales, incluso que directamente la prohíben. Ahora, a todos estos inconvenientes, que incluye el consumo por  menores, se une un problema de salud pública por convertirse estas concentraciones de gente en un potencial foco de propagación del virus que sigue vivo. De hecho podemos calificar a los llamados ‘botellones’ como el enemigo público número uno de la sociedad en este momento, pues en su desarrollo se incumplen todas las medidas de precaución necesarias para evitar la propagación de la enfermedad. No se utiliza mascarilla, no se guardan distancias de seguridad, no se respetan aforos, se consume de un mismo vaso, no hay higiene de manos, en muchos casos se fuma y existe contacto físico. Se realiza lo que por ley está prohibido y los participantes, en su mayoría adolescentes, conviven posteriormente con sus familias en las que existen personas de riesgo. Se hace en ellos todo lo que resulta peligroso constituyendo una conducta que debe ser denunciada, perseguida y sancionada. Es momento de hacer un llamamiento a los padres y tutores de estos, principalmente menores, como responsables de sus acciones, para que controlen sus salidas, de pedir a los vecinos que de inmediato informen a las fuerzas de seguridad de cualquier reunión de este tipo que observen, de solicitar a los ayuntamientos que refuercen los efectivos policiales para una rápida intervención, de mostrar, de nuevo, nuestro respaldo y reconocimiento a los garantes del orden público y por supuesto de apelar a los protagonistas, sus asistentes, para que reflexionen sobre las consecuencias de sus actos. Ponen en peligro su vida, su salud, pero también la de sus familias, amigos y convecinos cometiendo una imprudencia grave. Como sociedad debemos tener tolerancia cero, en general, pero sobre todo mientras dure la crisis sanitaria con este tipo de ocio nocturno que nada tiene que ver con el que se disfruta en establecimientos autorizados en los que se cumplen con las medidas de protección adecuadas, se genera empleo, se pagan impuestos  y se ofrece un servicio a la ciudadanía.