El empate de San Matías

23/02/2019 - 12:18 Antonio Yagüe

De niños, la igualación de la luz solar con la sombra de la noche nos parecía algo misterioso.

El 24 de febrero es uno de esos días que hoy pasan inadverrtidos, eclipsado desde que el anterior (23-F) se transformó en fecha de protagonismo político y mediático. Antaño se celebraba la festividad de San Matías, en la que según el refranero popular “se igualan las noches con los días”. Este empate no se festejaba con músicas, comilonas o algo material, pero en el campo era una jornada esperada y repetida machaconamente por abuelos y padres. ¿Misterio?:  Las horas de luz igualan a las de oscuridad y la tristeza invernal se disipa poco a poco para dar paso a la alegría de la primavera que ya se advierte cercana.

Con los años he descubierto que se trata de un santo importante para el cristianismo. Matías, seguidor de Jesús desde el bautismo de Juan (el Bautista) en el Jordán hasta su muerte y Ascensión, fue elegido apóstol póstumo, para reemplazar al traidor Judas Iscariote. La Iglesia, una vez más fue pionera en tirar de banquillo, lo consideró un suplente más idóneo que José Barsabás, de sobrenombre el Justo. Pero con los años vino “el lío”,  como diría Rajoy, porque San Matías era (no se sabe bien por qué) una fecha móvil.  Los años bisiestos se celebraba el 25 de Febrero, dejando el 24 para los restantes. El Vaticano quiso acabar con las dudas y en los sesenta trasladó la festividad al 14 de Mayo. Y hasta la actualidad.

De niños, la igualación de la luz solar con la sombra de la noche nos parecía algo misterioso. Un año madrugamos para comprobarlo con aquellos despertadores de cuerda que con su tracatraca no dejaban pegar ojo. Todavía nos intrigaba más otro añadido al refrán: “Santo Matías, como tú 40 días” (siguientes). Se trata de una especie de Día de la Marmota. El año que soplaban vientos heladores del Moncayo o el matacabras soriano, agricultores y ganaderos se temían lo peor hasta San Isidro. Si predominaba el ábrego de la sierra de Concha y Aragoncillo, se alegraban las caras.

La creencia, extensible más allá de lo meteorológico, salía y sale gratis. Mejor que, a pesar del negro panorama político-social, el 24F no salga este año convulso y perturbado, y el predominio de las fuerzas de la luz se extienda a todo.