El final de la legislatura

29/10/2015 - 23:00 Redacción

El  Boletín Oficial del Estado recogía este martes, 27 de octubre, la disolución del Congreso de los Diputados y del Senado. Desde ahora será la Diputación Permanente la que se haga cargo de las funciones de las Cámaras. Era paso preceptivo tras el decreto de convocatoria de elecciones generales. Finaliza así, en su tiempo reglamentario, una legislatura en la que el Partido Popular ha dispuesto de mayoría absoluta parlamentaria y es tiempo de balance, metidos en plena precampaña electoral y con una grave crisis institucional por el desafío de los soberanistas catalanes. La defensa de la Constitución, del ordenamiento jurídico y de la unidad de España por los dos partidos mayoritarios y por Ciudadanos, con peso específico en Cataluña, anima a no caer en el desasosiego pero el problema político es de primera magnitud y requiere de la contestación con la ley en la mano, pero también de la construcción de un diálogo político entre los dos futuros gobiernos, tanto español como catalán. Por lo demás cabe decirse que los cuatro años del gobierno de Rajoy dejan un país muy distinto a aquel de finales de 2011 que heredaron de Rodríguez Zapatero. La economía, por ejemplo, ha pasado de un momento crítico en el que pesaba sobre España una inminente intervención o rescate por la Unión Europa a una situación de crecimiento sostenible y creación de empleo. El camino de la recuperación es evidente en los datos macroeconómicos y un giro drástico pondría en peligro la senda ya iniciada, si bien se hace precisa la lucha contra la desigualdad y la ayuda a quienes peor lo están pasando. La legislatura deja por otra parte un nuevo escenario político definido por la pluralidad debido al nacimiento o auge de formaciones políticas renovadoras que proponen a los ciudadanos otras formas de actuar, bajo la bandera de la transparencia y la regeneración. Los resultados de las elecciones municipales y autonómicas, y todos los sondeos o encuestas, demuestran que han llegado para quedarse, pero también que los partidos tradicionales siguen gozando de la preferencia de una mayoría social por aportar estabilidad y experiencia. Las elecciones del 20 de diciembre, con estos mimbres, adquieren un tinte inédito. Es el momento de la política con mayúsculas y esperemos que todos estén a la altura de la compleja realidad.