El fracaso de la democracia

13/04/2016 - 12:19 Jesús Fernández

Se reconocen en estos días ciertos fracasos de nuestra sociedad como tal, que vive en democracia.

Se reconocen, en estos días, ciertos fracasos de nuestra sociedad como tal, que vive en democracia. Algo ha fallado en el mecanismo de transmisión de conceptos y actitudes a las nuevas generaciones. La educación no ha servido como corrección de tendencias naturales y creación de nuevos hábitos de convivencia. Cuando contemplo en nuestro Parlamento tanto odio (y no sólo verbal) me pregunto en qué hemos fracasado como pueblo, como generación responsable de una herencia compuesta de respeto y entendimiento entre nosotros. Algunos jóvenes de hoy, aspirantes a gobernantes, se presentan como libertadores y son solamente  unos invasores que tienen que presentar  resultados concretos a sus jefes y financiadores.  
    ¿Por qué falla la democracia entre nosotros?  Los pueblos observan  que el poder estatal y la democracia parecen incompatibles. El poder crea  señores y esclavos mientras que la democracia es libertad hasta que las leyes la regulan o limitan que no disuelven. El poder inmanente de los hombres (para distinguirlo del poder legítimo y estatal) se manifiesta en esa escala de sentimientos aludida, odio, venganza, dominación, revancha, humillación. Esto no es jerarquía  de valores sino secuencia de ambiciones. Nuestra democracia ha fracasado como proyecto de valores y ha llegado a ser un resentimiento en vez de un sentimiento. Estamos rodeados de dictadores  individuales que, creando una red de intereses, se expanden por los cauces de la lucha social y de clases. Dicen que vienen a liberarnos pero antes –como los ejércitos- tienen que invadirnos y ocuparnos. Tienen que desalojar la libertad para introducir y controlar la opinión y las ansias de mandar. Dicen que vienen a liberar  la democracia.
    Libertadores ¿de qué nos liberan? ¿De quiénes nos liberan?  No ofrecen  sino cambiar unas ambiciones por otras, una  esclavitud por otra. Se presentan como libertadores de la “libertad por abajo” y, sin embargo, ellos han vivido en  las montañas, en las alturas de la burguesía. Estos nunca han conocido o vivido el valle de la pobreza y de la necesidad, del desempleo o de la supervivencia social. Mucho menos de la miseria y exclusión social.  Piden, exigen, adhesión y confianza en ellos. Hace tiempo que los ciudadanos no esperan su salvación o seguridad del Estado protector como advierten los sociólogos modernos. 
    La democracia ha fracasado porque hemos descuidado la fuerza y el poder moral de las leyes. La democracia ha fracaso porque hoy mandan el odio y el rencor como construcción-destrucción  de la convivencia y no el respeto a la Constitución y otras leyes variantes y derivadas de ella. ¿Quién va a querer vivir en una democracia fallida y abrir las puertas a aquellos mismos que la han hecho fracasar o son los causantes de su mal funcionamiento porque la usan para su ascenso y codicia personal? Más antropología y menos sociología.