El sabio Criado de Val

13/03/2015 - 23:00 Luis Monje Ciruelo

No es suficiente esta columna para recordar como merece la personalidad y la obra de mi modesto y sabio amigo Manuel Criado de Val, fallecido la semana pasada a los 97 años. Doctor en Filología, catedrático universitario, creador en 1961 del Festival Medieval de Hita, tenía ya en 1985, cuando le entrevisté, más de 50 enjundiosos libros publicados, a los que añadió, casi con 90 años, las ediciones críticas de El libro de Buen Amor y La Celestina. “Una edición crítica –me explicó– es el mayor esfuerzo que sobre un tema se puede hacer”. Con 92 años dedicó tres, al frente de un equipo, para preparar el Atlas Internacional de la Caminería Hispánica, su mayor empresa en los últimos años, según me dijo en 2012. Cuando alguien se asombra de que yo, con 91, escriba libros y artículos, me acuerdo de mi sabio amigo, que ha escrito libros definitivos que en su provincia pocos valoran, aunque sí en los círculos culturales internacionales. Escribió, además, entre originales y adaptaciones, unas dos docenas de obras para representarlas en el Festival, y asombra que participara a su edad en su organización. Gastó la mitad de la fortuna heredada de su padre, que era natural de Rebollosa de Hita, en poner en marcha el Festival hasta que lo asumieron las Instituciones, Poco antes de morir tuvo la satisfacción de saber que el término “caminería” había sido aceptado por la Real Academia Española, incluyéndolo en la última edición de su diccionario. Pensaba solicitar que el Festival tuviera el carácter de Internacional. Sin embargo, no ha vivido lo suficiente para ver, como alguna vez me comentó, que Hita se llame “Hita del Arcipreste”. Su nombre queda unido para siempre al de Hita, como ha sucedido con el de Juan Ruiz, su admirado arcipreste, aunque éste le lleva varios siglos de ventaja. Se ha ido creyendo que nada ni nadie parará ya el Festival. No hace mucho me decía que “a medida que crecen mis proyectos aumentan mis ganas de vivir para verlos terminados” Su currículo es tan impresionante que abruma. Y uno se siente orgulloso de haber sido su admirador y amigo, por lo que me sabe a poco esta necrológica. Finalmente, sorprende que Criado de Val fuera un buen escultor, con obras de tamaño grande en piedra, mármol y bronce que nunca quiso vender. Pensaba dedicar un monumento al Arcipreste en Hita en un bodego de su propiedad. “No sería su figura, sino su interpretación”. No sé si lo llegó a hacer. Lo que si consiguió fue movilizar con su entusiasmo a todo un pueblo.