El sabor humano de San Matías

28/02/2011 - 00:00 Redacción

mo cada vez que se acerca febrero, se aproximan de nuevo los tratantes a Tendilla que se dispone a celebrar la primera feria del año, la primera oportunidad de realizar ventas. Este fin de semana, desde que hace ya 17 desde que se retomase, Tendilla ha celebrado la Fiesta de San Matías reviviendo una tradición que arrancó allá por el siglo XV, cuando en la muestra se vendían paños y ganado. Según el historiador, José Luis García de Paz, el mayor apogeo se produjo en el siglo XVI. Entonces, venían paños de Castilla y Aragón, mercaderes portugueses y de Flandes, se ponían tiendas de joyería y platería, se podía comprar miel, cera y pescados en conserva de todas clases y, por supuesto, ganado. Pero el despoblamiento, malas cosechas, heladas, epidemias (comunes a la España de la época) junto a las riadas en el estrecho valle y las guerras convirtieron una feria de importancia internacional en una de apenas interés provincial. Entonces las casas de Tendilla albergaban a los feriantes y a sus puestos. Mediante un acuerdo con el propietario, que se prolongaba un año tras otro. Los tratantes colocaban sus puestos en la parte soportalada que les preservaba de la lluvia o de las más que probables nevadas. Esa relación se mantuvo durante décadas, tanto es así, que antes de que la feria desapareciera al generalizarse el uso de los tractores en la década de los setenta, esa afectividad entre lugareños y tenderos se mantenía. Quizás ese haya sido uno de los aspectos poco estudiado. Las relaciones que se establecían entre los que iban todos los años a San Matías y los dueños del espacio en torno al que levantaban su puesto, delante de las casas, se solía transformar en un profundo sentimiento de amistad. Hasta tal punto que, incluso, se apadrinarían mutuamente bautizos y bodas. La llegada de nuevas generaciones, desconocedoras de las vivencias compartidas, acabaron rompiendo los fuertes lazos de sus mayores. Sin embargo, la recuperación de la muestra en 1994 significó retomar el ambiente festivo, el intercambio comercial y, poco a poco, las relaciones humanas. Todo eso hace que, cada edición, la feria sea un nuevo éxito.