El transporte público como brecha rural
En este caso se trata de la compañía que se encarga de los autobuses que hacen el recorrido entre Teruel y Madrid.
La rentabilidad es la principal vara de medir de nuestra sociedad. Todo, o casi todo, ha de tener un beneficio económico que sea mayor que el coste que hemos puesto previamente sobre la mesa. Sin embargo, si sólo nos guiamos por ese objetivo, la mayoría de los ciudadanos estarían desahuciados, al menos los que residen en el mundo rural. Nuevamente son los vecinos de los pueblos más pequeños los que se ven afectados por la baja rentabilidad de una empresa. En este caso se trata de la compañía que se encarga de los autobuses que hacen el recorrido entre Teruel y Madrid, y que a su vez hace paradas en numerosos pueblos de la provincia de Guadalajara. Pues bien, desde que esta compañía IRB se hiciera con esta concesión el pasado año, son muchos los problemas que han sufrido los usuarios: cambios en los horarios, paradas en los pueblos pero con la imposibilidad de subir por estar ya llenos los autocares, falta de información… A esto hay que sumar que las frecuencias son las que son, es decir, que no son las que tienen a nuestra disposición los vecinos de otras localidades más pobladas. Así que el problema es el de siempre: los que viven en municipios pequeños y alejados de las grandes ciudades son precisamente los que tienen menos medios a su disposición para acercarse a servicios tan básicos como hospitales, centros educativos o las diferentes administraciones. Así que ésta es la pescadilla que se muerde la cola: el servicio no es rentable y recortamos frecuencias. ¿Y si le damos la vuelta a este argumento? Quedaría algo así: si las frecuencias no se ajustan a las necesidades de los usuarios, el número de pasajeros seguirá en caída libre. La solución pasa, únicamente, por un golpe en la mesa de la Administración. Claro que una empresa ha de ser rentable para así poder pagar a sus trabajadores. De ahí que la Administración, ya sea autonómica o nacional, deba implicarse económicamente en servicios como el que nos ocupa. Y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, aprovechamos para pedir mejoras en general en el transporte público, llámese autobuses de Alsa a Madrid o Cercanías. Los usuarios pagan, lamentablemente, por servicios, en ocasiones, lamentables.