En el fallecimiento de Isacio Calleja, exjugador del CD Guadalajara
Fuimos intimos amigos, hemos conservado la amistad todos estos años y siento que se me ha ido alguien entrañable.
Cuando esta mañana he oído la noticia por la radio, me ha dado un vuelco el corazón y he empezado a recordar todos los buenos momentos vividos a lo largo de nuestras vidas.
Isacio jugaba conmigo en la liga universitaria de Madrid, en el colegio mayor Residencia Claret, en la calle Cea Bermúdez, 53 de Madrid. Él vivía al lado en la calle Andrés Mellado.
Fuimos campeones universitarios e internacionales con la selección universitaria española, en Lovaina (Bélgica), Viareggio (Italia), Roma (Italia) y Lyon (Francia).
Yo le traje al CD Guadalajara estando de presidente, Don Antonio Moracho, junto a otros jugadores universitarios como Barón, Lloret, Vaz, los hermanos Jiménez (Luis y Nacho), Baigorri... Al año siguiente vendrían Carlos y Ricardo Lapetra.
Recuerdo que jugábamos por la mañana en la Ciudad Universitaria e inmediatamente cogíamos el metro para ir a Atocha a coger el tren para Guadalajara. Comprábamos un bocadillo de calamares y llegábamos al estadio para coger los coches de Patricio que nos dejaban en Santa Clara y desde allí, al campo del Productor, a jugar el partido de liga de Tercera división.
Entonces el día de San Isidro se jugaba un partido entre la selección del Tercera División del grupo centro y el Rayo Vallecano y al terminar ese partido, nos llamó un directivo del Atlético de Madrid para ver si queríamos ir a entrenar con el Atlético de Madrid en el estadio Metropolitano a las órdenes de Don Ferdinand Daucík. Isacio y yo dijimos que sí, pero Carlitos Lapetra dijo que no le interesaba. Y así hicimos todas las mañanas. Isacio me recogía y nos íbamos andando al Metropolitano para entrenar con la primera plantilla (Calleja, Griffa, Chuzo, Miguel Mújica, A. Collar, E. Collar, etc.)
Fuimos a jugar un amistoso a Navalmoral de la Mata y al terminar el partido el señor Mochales nos indica que al día siguiente fuéramos por el club de la calle Barquillo para firmar por el Atlético de Madrid; cobraríamos un sueldo de 1.500 pesetas y si llegáramos al primer equipo ya nos igualarían con el resto de jugadores.
A mí me llegó una oferta del Rayo Vallecano de Segunda División que la acepté, pero Isacio se quedó en el Atlético y acertó de pleno.
Fue un jugador de unas facultades excepcionales, al principio jugaba de interior, tenía un remate de cabeza formidable, la daba con las dos piernas y como persona, inmejorable.
Fuimos íntimos amigos, hemos conservado la amistad todos estos años y siento que se me ha ido un amigo entrañable.
Descanse en paz y seguro que estará en el Cielo.