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Enredar
El incidente me lo contó hace unos días José Luis Cuerda durante una agradable sobremesa en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Y como me lo contó se lo cuento: Mi padre tenía un Seat 1400 y tuvo un problema cuando iba de caza con mi hermano Abel y con un amigo que había sido cura de su pueblo, Masegoso (Albacete). Al cura, que iba en el asiento de atrás, se le ocurrió enredar con una escopeta del doce - en lugar de estarse quietecito, que hubiese estado más guapo -, se le escapó un tiro y le hizo un boquete al techo del coche. Menos mal que todo quedó en un susto y en un boquete, pero la anécdota advierte de los peligros que entraña el jugar con las cosas de comer y el enredar cuando lo aconsejable es quedarse quieto. Traigo a colación esta anécdota porque refleja con claridad meridiana el comportamiento de José Luis Rodríguez Zapatero, cenando con los dirigentes de Podemos junto a Bono, otro enredador consumado y visitando después a Raúl Castro en Cuba y a Evo Morales en Bolivia. Debería estarse quietecito, pues bastante daño ha hecho ya a España durante su etapa de presidente, pero persiste en el error. Ha sido el peor presidente de la democracia y ahora hace méritos para ser también el peor expresidente. Acompañado por su exministro de Asuntos Exteriores y promotor de la famosa Alianza de las Civilizaciones, Miguel Ángel Moratinos, sólo a él se le podía ocurrir complacer al presidente de la dictadura castrista y al dirigente de Bolivia, que no para de cuestionar y atacar los intereses de España en Latinoamérica. Alguien puede pensar que Zapatero lo hace sin mala intención, dejándose llevar por su afición a las ensoñaciones y utopías, sin percatarse de las prioridades de nuestra política exterior. Porque podría haber viajado a Dinamarca, Suecia o Noruega, pero no. Prefirió meterse en el granero del peor populismo americano. Y sin encomendarse a nadie. El problema para él es que le conocen demasiado en los países de nuestro entorno y nadie le hace caso. Mientras que en Cuba o Bolivia es portada de sus periódicos oficiales. Pues los no oficiales están prohibidos. Con lo guapo que hubiera estado quedándose en casita o en su despacho del Consejo de Estado, estudiando los últimos informes que hayan ido llegando.