Entrepeñas

20/02/2015 - 23:00 Luis Monje Ciruelo

Tentado he estado de escribir sobre el Carnaval, no el de estos días previos a la Cuaresma, sino el que vivimos hipócritamente todo el año mostrándonos como lo que no somos, sin olvidar el Carnaval político con motivo de las elecciones. Del Carnaval finalizado hace unos días escribirán quizá otros; yo he preferido dar un vistazo a mis recuerdos estimulado por la “Breve historia del pantano de Sacedón”, de Henedina Embid, de la que informaba el lunes nuestro periódico. Autora a la que creo conocer, aunque me desorienta su vinculación a Jadraque cuando yo la veía más próxima a Huertapelayo. De Entrepeñas puedo escribir con alguna autoridad porque estuve en su inauguración´y la de Buendía, como único periodista alcarreño, el 18 de julio de 1958. La presidió Franco desde un montículo, con visibilidad sobre ambos embalses, en el que se levanta el “Rollo de Trujillo”, monumento identificativo de la Confederación Hidrográfica del Tajo, lugar hoy abandonado y sucio en la carretera de Sacedón a Buendía, sin ningún indicador que lo señalice porque el pinar lo oculta. Comimos con Franco en la presa conquense, Franco arriba con los ministros, y los ingenieros y periodistas abajo. Fue un día de euforia general porque ambos embalses se esperaba es que fueran claves para el resurgimiento de la zona, empezando por el proyecto de creación de 1.500 hectáreas de regadío en Sacedón y la promoción turística de la comarca. Por debajo del “Rollo de Trujillo” pasa el túnel de trasvase de Entrepeñas a Buendía, por el que viajamos en microbús los periodistas tiempo atrás aprovechando la sequía, y que sólo en una o dos ocasiones en más de 60 años ha vuelto a transferir agua. Docenas y docenas de artículos he dedicado a Entrepeñas y Sacedón recogiendo los altibajos de las perspectivas que en distintos momentos se vivían. Entrepeñas, con capacidad para 750 millones de m3 y Buendía, 1.500, en tiempos unidos bajo la denominación de Mar de Castilla, complejo hidráulico vital para el Sudeste, cubrió hermosas vegas de Guadalajara y Cuenca, con un balance final considerado por todos de progreso.Y ya puesto a recordar, en libros está recogido, asistí también a la inauguración del trasvase Tajo-Segura, faraónica obra, que ya nadie se atreve a repetir con las aguas del Ebro, pese a los centenares de millones de m3 de agua que se vierten inútilmente en el Mediterráneo, habiendo tanta necesidad de ella en las fértiles huertas valencianas.