Falsos dilemas

11/11/2023 - 11:18 Jesús de Andrés

España lleva décadas rompiéndose si por ello se entiende la desaparición del estado centralista que fue. Sus pulsiones centrífugas nada tienen que ver con la formación del gobierno actual y mucho con el diseño institucional del que nos dotamos en su día.

Cuando un problema se plantea desde argumentos arteros, suele presentarse envuelto como un dilema entre dos únicas opciones. Por lo general, quien así lo hace, quien pretende tener razón agotando a priori la discusión, recurre al uso de la falacia, al planteamiento de las simplificaciones más extremas. Amnistía o España. Derechos humanos o Israel. No hay término medio. Si se está a favor de la amnistía se está en contra de España o, peor aún, a favor de su desaparición. Si se defienden los derechos humanos hay que estar en contra de Israel, que es lo mismo que decir que ninguna razón le sostiene. Pues no. Ni España se rompe por una amnistía, ni la defensa de los derechos humanos es monopolio de los enemigos de Israel. Uso estos dos ejemplos porque llevamos semanas cargadas de intensidad mediática, de presión constante por parte de quienes así las plantean desde unos medios de comunicación convertidos en voceros ideológicos, en vendedores de ideas dirigidas a la movilización.

Lo emocional se impone a lo racional, lo saben bien quienes manipulan. Lo moral, lo que se define como bueno o malo, absorbe la discusión. Si uno quiere estar tranquilo en la tribu, mejor dejarse llevar por la identidad del grupo, para qué pensar. Insisto, ni España va a desaparecer mañana ni Israel comete genocidio alguno. Da más pasos hacia la desaparición de España quien radicaliza, quien rechaza a una parte de ella, quien sólo admite como bueno a quien coincide con sus planteamientos. Y está más en contra de los derechos humanos quien da por bueno el relato palestino actual, quien compra las estadísticas y “noticias” de Hamás sin cuestionamiento alguno. Insisto en estos dos ejemplos porque sé que provocan disonancia cognitiva, que quien esté de acuerdo con uno estará en desacuerdo con otro.

España lleva décadas rompiéndose si por ello se entiende la desaparición del estado centralista que fue. Sus pulsiones centrífugas nada tienen que ver con la formación del gobierno actual y mucho con el diseño institucional del que nos dotamos en su día. A ver si va a resultar que sacar a la Guardia Civil de las carreteras catalanas fue parte de un acuerdo para la gobernabilidad y lo de hoy poco menos que un atentado al Estado de derecho. Confío en que, una vez conformado el Gobierno, porque de eso se trata, vuelvan las aguas al cauce de una mayor serenidad. Definir la realidad reduciéndola a falsos dilemas es alojarnos en una dialéctica permanente del ellos-nosotros. Esta politización juega a favor de quien es ajeno a cualquier tipo de vocación moderada y se siente cómodo en la radicalización, la cual conduce, deberían saberlo, a la melancolía o a la rabia. Miedo da.