Gobierno de coalición tras las elecciones
El problema aquí es que la suma no da y será necesaria, como mínimo, la abstención de dos fuerzas políticas como EH Bildu, afín al terrorismo de ETA, y ERC, que defiende posiciones contrarias a la unidad del Estado.
Los acontecimientos se suceden a tal velocidad que ya queda lejos la jornada electoral del domingo, determinante en los mismos. El electorado culpó principalmente del bloqueo entre partidos a Ciudadanos que cayó en la provincia al quinto puesto perdiendo el diputado logrado en abril y llevando a la dimisión a su máximo líder Albert Rivera y al cabeza de lista por Toledo, Juan Carlos Girauta. Pero los votantes también dieron un toque de atención a Unidas Podemos, con un mal resultado, y, aunque menor, al PSOE con un pequeño retroceso, pese a ser el claro vencedor, más acusado en el Senado donde, por ejemplo en Guadalajara, perdió un escaño. La ecuación se completó con el ascenso de los dos partidos más ajenos al tema de la gobernabilidad tras las pasadas elecciones, el PP que recuperó parte de su presencia- en la provincia ganó un senador-, y en particular Vox que le amargó la fiesta superándole en muchos lugares como en la propia Guadalajara donde le ha quitado el segundo puesto siendo la formación de Abascal, además, tercera a nivel nacional con diputado por nuestra provincia. El dictamen del votante ha tenido una rápida lectura y reacción por parte de quienes de nuevo tenían esa obligación de llegar a un acuerdo y el mismo martes así lo hacían con el anuncio de un gobierno de coalición que sería el primero de la democracia española en caso de lograr la previa investidura. Otras comunidades autónomas, después de las municipales de mayo, han seguido también el paso natural de la unión entre fuerzas de izquierdas. El problema aquí es que la suma no da y será necesaria, como mínimo, la abstención de dos fuerzas políticas como EH Bildu, afín al terrorismo de ETA, cuya herida sigue sangrando en la sociedad, y ERC, que defiende posiciones contrarias a la unidad del Estado y lo hace fomentando la violencia que causa daños a personas y bienes, lo que convierte la situación, como mínimo, en muy delicada y susceptible de fracturar la convivencia en España. El PSOE, por otra parte, casi cuadruplica a Unidas Podemos en diputados y sería quien llevase el timón de un futuro gobierno que tendrá ante sí grandes retos y no pocas dificultades, el primero su propia conformación, después la relación con las distintas formaciones políticas, complejas por el tema catalán, y especialmente la adopción de medidas, es decir gobernar dando respuestas a sensibilidades muy distintas. Estamos ante un momento trascendental en nuestra historia democrática y parece que estamos equivocando el camino.