Guadalajara: se busca recinto ferial


¿La solución? Bueno, se está formando ahora el Consejo Social y Sostenibilidad de la ciudad.

 

Hace ya dos mandatos y medio que el equipo de Román gobierna nuestra capital. La sensación que tengo ante la evolución de Guadalajara en estos 10 años es que va tan lenta y torpe como un paquidermo viejo, moviéndose únicamente a golpe de ocurrencia y de titular –comprado en algunos casos–, o de derroche de dinero público en grandes eventos, como en la época romana del “pan y circo”.

 

Pero me quiero centrar en un tema que en estos días está en boca de la ciudadanía. El modelo de ferias y fiestas. En el discurso que dio nuestro alcalde el día del pregón hizo una comparación con las ferias y fiestas de hace un siglo, aquellas en las que regía la ciudad Miguel Fluiters, ese señor que derribó gran parte del casco histórico, poniéndole más tarde su nombre a una calle en la cicatriz que dejó. Paralelismos de la vida política, ya que Román lleva en su haber más de 100 solares en el casco histórico. Cuando nuestro primer edil describió el programa de hace una centuria, varios llegamos a la conclusión de que, para aquella época, era mucho más innovador que los que llevamos en la última década. Invito cualquiera a revisar los programas de los últimos años y comprobar que son un calco un año tras otro, muy continuistas y con novedades nimias.

 

Ahondando más aún, hablemos sobre el recinto ferial y el problema generado donde antes no lo había. Con la llegada de Román y su concejal de festejos, hoy vicealcalde, Jaime Carnicero, se empezó a desmantelar poco a poco el antiguo recinto ferial sin un proyecto definido para sustituirlo, y a golpe de reuniones en las que la famosa frase “divide y vencerás” funcionó muy bien. Sobre todo con las primeras víctimas: los feriantes, que no tuvieron más remedio que subir –sí o sí– al entorno actual, y los peñistas –el alma de la fiesta–, que casi fuimos tratados (y me incluyo porque soy peñista desde hace más de 15 años) como criminales, culpándonos de todos los problemas que ocurrían en las ferias, independientemente de quien fuera el causante. 

 

Primero se convenció a algunas peñas diciéndoles que en dos años todo el mundo estaría en los alrededores del Ferial Plaza, y que si ellas tiraban del carro, el resto les seguiría. Algunos vecinos y vecinas pensarán que por qué se tiene que dar subvenciones a las peñas, si sólo nos emborrachamos, uno de los planteamientos que han conseguido inculcar muy bien este Equipo de Gobierno a la hora de criminalizar a este importante colectivo para las fiestas, pero nada más lejos de la realidad. Esta “subvención” obliga a más de lo que puede beneficiar económicamente, ya que las actividades que realizamos los peñistas para la ciudad de Guadalajara –ya sean conciertos, charangas, vermuts, comidas o actividades del programa– son pagadas por todos y cada uno de nosotros, que damos, muy gustosamente, muchísimo más a la ciudad de lo que el consistorio pueda invertir en nosotros.

 

El ferial debió quedarse donde estaba

Pero vayamos al meollo de la cuestión, y voy a ser valiente. El ferial debió haberse quedado donde estaba. Es decir, donde hoy se ubica el parque de Adoratrices. Y yendo aún más lejos, creo que todavía hay posibilidad de devolverlo al lugar de donde nunca debió haber salido. El motivo principal al que aludían los dirigentes del PP para justificar el traslado eran las molestias a los vecinos del barrio del Ferial. Sin embargo, yo tengo una cosa muy clara a la hora de adquirir una vivienda, por mucho que el promotor me quiera vender la moto: si la compro en un barrio que se llama del “Ferial”, y tengo enfrente un recinto ferial, sé que UNA VEZ AL AÑO tengo las ferias de mi ciudad delante de mi puerta. Es como si ahora los vecinos del barrio de la Estación se quejasen de las vías del tren y quisieran que las quitasen porque les molestan. No tiene mucho sentido, ¿verdad?

 

Pues todos sabemos cuál fue el resultado, y ahora vemos cómo parece que algunos vecinos son considerados menos que otros, porque parece que al señor Román se le ha olvidado que, al trasladar algunas peñas y conciertos al aparcamiento exterior y calles adyacentes del Ferial Plaza, a quienes se molesta ahora es a todos los vecinos de la zona de Dalí y del barrio de la Amistad, que cuando adquirieron sus viviendas no tenían delante esos “inconvenientes”. Con todo esto, demuestra el señor alcalde que para solucionar una queja de unos pocos vecinos crea un problema donde no lo había antes para otros muchos.

 

Está claro que ahora tenemos una melé complicada, cuando antes todo estaba concentrado en un recinto en el barrio del ferial, donde la inmensa mayoría de la ciudad se beneficiaba y disfrutaba. Ahora lo tenemos todo desperdigado, creando problemas de movilidad en accesos, con quejas de feriantes –que cada vez vienen menos desde que tienen que ir al actual “ferial”– y nuevas quejas de vecinos: unos porque sufren molestias que no tenían, y encima los que se quejaban antes, aún a sabiendas del barrio en el que vivían, tampoco han quedado contentos porque sigue habiendo allí peñas y actividades.

 

Una ciudad es para vivirla, y más aún en sus ferias y fiestas, donde todos y todas nos vemos, saludamos, hablamos, reímos… En resumen, creamos ciudad e identidad, una cosa que teníamos y por la que éramos la envidia del Corredor del Henares con nuestras fiestas cuando estaban en el antiguo Ferial, pero que ahora distan mucho de lo que fueron gracias a la penosa gestión de Román, Carnicero y más recientemente el nuevo concejal del Festejos, Armengol Engonga.

 

La solución, escuchar

¿La solución? Bueno, se está formando ahora el Consejo Social y Sostenibilidad de la ciudad después de más de 10 años sin hacerlo –es decir, desde que gobierna Román y solo gracias a la presión de los partidos de la oposición–. En este órgano están representadas todas las capas sociales, culturales, vecinales, empresariales, sindicales, políticas y profesionales de Guadalajara, y es al que se debe consultar para saber qué modelo queremos. No obstante, yo creo que se deben presentar al menos unas primeras opciones alternativas por parte de los responsables públicos. Si fuese por mí, ahora mismo digo, he dicho y seguiré diciendo que las ferias deben volver a donde nunca debieron haber salido: es decir, en el eje Concordia-San Roque-Adoratrices-Fuente de la Niña, ampliando la feria de día a todo el casco histórico desde el Palacio del Infantado hasta Santo Domingo.